Julián
Volvió a llorar, esta vez aferrada a mi pecho, Dios estaba haciendo un esfuerzo muy grande para no soltar una lágrima.
—Sin hacer el menor movimiento sentí que me había orinado. Llamé a mi madre y al decirle ella se puso sería, papá me ayudó a levantar y al hacerlo una gran descarga de líquido humedeció mis piernas, sabía lo grave de eso. —Se limpió la nariz—. Papá me cargó y mi madre buscó los papeles de la clínica.
—Adara…
—Al llegar con el doctor me dijo que ya no había nada por hacer. El líquido amniótico se había salido y mi bebé se iba a asfixiar poco a poco. Él no tenía el peso para tenerlo fuera del vientre y podría quedar con problemas graves, problemas irreparables, estaba bajo de peso. No había otra opción que provocar el parto, debía parirlo, solo que iba a nacer muerto.
—Adara… —A la mierda, el aguantar, no llorar, la aferré a mí.
—Fueron dos días en trabajo de parto, no dilataba ni con todo el medicamento suministrado. Tuvieron que aumentarlo y eso fue lo que pro