Adara
Él, por alguna extraña y maquiavélica razón por la que había construido la vida, siempre estaba a mi lado o cerca cada vez que me pasaba algo malo, o a punto de pasarme. —Le acaricié la mejilla, me acerqué y le di un beso en la mejilla.
—Gracias.
—Tenemos una conversación pendiente…
Gritó cuando el médico lo movió un poco. Escuchamos el transporte, me apretó la mano y afirmé. No pensaba dejarlo solo. Mientras los paramédicos lo inmovilizaban por completo para que el traslado no le cause más traumatismo, nos miramos. Me puse a un lado y tomados de la mano ingresamos al helicóptero. Ya había abierto nuestra conversación, él no me dejará tranquila hasta no decirnos la verdad.
—Señor, lo vamos a sedar para que no sienta dolor, dentro de poco se dormirá. —me apretó más fuerte la mano. Me arrodillé a su lado.
—Antes de que me duerman…
—No hables, te hace daño. —Los ojos se le humedecieron.
—Responde Adara. —Le acaricié el cabello, mientras mis lágrimas caían.
—Pregunta. —En la dextro