Mateo esperó la disculpa de Lucía durante quince días.
Estas dos semanas viviendo con Camila habían sido bastante agradables.
Pero con el paso del tiempo, una inquietud sorda comenzó a anidar en su pecho.
Buscando una excusa, fue al hospital a "hacerse un chequeo", pensando en darle una oportunidad a Lucía.
Pero al llegar a la puerta de su habitación, solo encontró una cama vacía y hecha.
Corrió al mostrador de información y le confirmaron que ella había recibido el alta dos días antes.
El pánico en su interior se expandió. Sacó su teléfono desesperado para llamarla, pero al revisar las llamadas recientes, tuvo que desplazarse mucho sin encontrar su nombre.
No le quedó más que buscar en sus contactos, y entonces se dio cuenta de que ni siquiera tenía un nombre asignado para ella.
Siempre era Lucía quien lo contactaba. Él nunca había tenido que preocuparse por eso.
Mateo se sentó en un banco del hospital y revisó su teléfono durante una hora, hasta que finalmente encontró un número que