Juliette miró la hora en su teléfono, era extraño que todavía no regresara de su trabajo. Karim solía llegar antes del anochecer.
—¿Estás ansiosa? —inquirió Melanie y la joven dio un respingo ante la sorpresa. A continuación giró sobre ella y la miró negando con la cabeza.
—No, solo estoy... Aburrida —es lo primero que se le ocurrió decir, pero Melanie sabía que no era cierto.
—De acuerdo, deberías venir a cenar, la comida se enfriará.
—Te alcanzaré —prometió con una sonrisa nerviosa.
Cuando la mujer se retiró, Juliette exhaló sonoramente.
—¿Soy tan obvia? —gruñó, se abofeteó mentalmente.
***
Karim se encontraba sentado en su lujosa oficina, absorto en una pila de informes y documentos. Sus ojos, normalmente imperturbables, reflejaban un creciente signo de agotamiento. Los últimos días habían sido una vertiginosa sucesión de reuniones, negociaciones y decisiones estratégicas que parecían no tener fin.
—Maldición, hay mucho por hacer —resopló cansado.
Aunque el siempre se había