Capítulo 126. Eco en la Seda.
**Valentina**
Tokio tenía un murmullo distinto. No el bullicio de los motores, ni el canto de los vendedores callejeros. Era un murmullo más sutil. Más antiguo. Como si las calles recordaran los pasos de generaciones enteras y los guardaran en silencio. Y yo… era solo un nuevo eco en esa memoria.
La mañana del desfile me desperté antes del amanecer.
El tatami crujió bajo mis pies cuando me levanté. Alejandro aún dormía, con el rostro relajado y el brazo estirado sobre la almohada donde yo había estado. Me incliné, lo besé en la frente y me vestí en silencio.
La locación para el showroom y el desfile era un templo budista restaurado, cedido para eventos culturales por una fundación de diseño ético. Era austero, impecable. El contraste entre su sobriedad y la explosión emocional de Raíces Vivas me provocaba una mezcla de nervios y reverencia.
Llegué primero. Los asistentes japoneses ya estaban en formación, rigurosos, organizados al segundo. Me saludaban con leves reverencias. Yo respon