Capítulo 131. Por el resto de mi vida.
**Valentina**
Amanecí con el corazón latiendo como si fuera mi propia boda.
El sol se filtraba por la ventana del cuarto de huéspedes en la finca de los padres de Laura, a las afueras de Rionegro. El aire olía a hierba recién cortada, a pan dulce, a flores silvestres que se confundían con las hortensias de los arreglos.
El día de la boda de Camilo y Laura.
Iris dormía a mi lado, con los brazos estirados como una estrella. La besé en la frente antes de levantarme. Alejandro ya se había ido a preparar con Camilo y su padre. Desde la noche anterior, la emoción en la casa era una corriente eléctrica que lo tocaba todo.
Mónica y yo habíamos trabajado durante semanas en los atuendos de los novios. Todo hecho a mano. Todo con amor.
El vestido de Laura era un poema que yo misma ayudé a bordar: de tul sedoso marfil, con una caída etérea y mangas largas de encaje delicado que se ajustaban con pequeños botones de nácar. El escote en la espalda terminaba en un lazo de lino trenzado, con una peque