MARTINA
Se me corta el aliento por culpa del llanto. Sin que llegara a decir nada y con tan solo la forma en la que me miraba ya sabía que la había cagado, porque era mi culpa por haber ido a darle esos papeles cuando su plan era otro. Y lo peor de todo se lo oculté a mi novio. Al padre de mi hijo.
—Lo siento— apenas podía hablar.
—¿Por qué lloras? ¿Quién te hizo esto? — pasa su dedo sobre el corte de mi labio y con la misma mano, llega hasta mi cuello.
Su móvil empezó a sonar y al contestar, su frente se arruga y la vena del cuello le late con rapidez.
—Te voy a arruinar— Dijo por el aparato—, ¿me has entendido con claridad, bastardo? Te voy a aplastar— gritó y supuse de que se trataba.
Colgó y tiró de mí hasta su habitación.
Me dejó sentada sobre la cama mientras entraba en el baño. Sacó el botiquín y me limpió la herida del labio.
—Dime algo, por favor—supliqué.
—Que quieres que diga. ¿Eh? ¿Que estoy a punto de perder el control y estoy a nada de destrozar todo lo que me encuentre?