18. Una mujer poderosa

Cuando llegué a mi nueva casa, estaba vacía. Mis maletas estaban frente a la puerta de mi nueva habitación y había una nota en la nevera.

Tuve que salir. Desempaca y haz tu cena.

—Margaret.

Eso decía. ¡Qué buena tía tengo!

Ahora estoy desempacando y volviendo a ordenar en el pequeño armario. Mi cama es un poco dura y el baño está sucio. Debo acostumbrarme.

Al abrir el bolsillo delantero de la maleta veo mi nuevo celular, un pequeño regalo de la familia de Tania, ya que el mío se volvió añicos en la balacera. Debajo de éste, está una fotografía de mis padres en su boda. La única que logré rescatar. Se ven felices y enamorados. La estrecho contra

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