Yvi
Él aún duerme.
Bueno, creo.
Su respiración es lenta, regular. Su brazo me abraza como si su cuerpo se negase a creer en mi ausencia, incluso inconscientemente.
Pero estoy aquí.
Siempre estoy aquí.
Y me duele.
No un dolor que asusta.
Un dolor antiguo.
Una falta que no se explica. Un hambre en las entrañas, en el corazón, en las venas.
Un vacío que él ha llenado sin querer, y que ya no puedo soportar que vuelva a crecer.
Cada respiración me recuerda que estoy viva. Y, sin embargo, algo muere si no dejo una huella.
Una prueba.
Un juramento de sangre.
Algo irreversible.
Me incorporo suavemente. Mi mirada se desliza sobre él.
Aleksandr.
El peligro.
El abismo.
Mi abismo.
Podría huir, aquí, ahora. Deslizarme fuera de la cama, encontrar mi ropa, el silencio, la ausencia.
Pero no quiero huir.
Quiero quedarme.
Y poseer.
Me levanto. Desnuda. Descalza. Piel temblorosa.
El parquet está frío. Mis piernas son borrosas.
Abro el cajón.
Encuentr