Yvi
Lo siento en mis huesos, ese peso que deposita en mi alma. La guerra está a mi puerta, y sin embargo, él es mi amo, quien me quiebra sin siquiera tocarme. No hay escapatorias, no hay protección en este mundo. Soy prisionera de su dominio, y él lo sabe. Y yo también lo sé.
Debería estar asustada, pero es un calor extraño el que me consume. Me ha marcado, su sombra se desliza en mi mente, se infiltra en cada pensamiento, cada aliento. La promesa de una libertad que ya no me atrevo a llamar por su nombre. Porque soy mía y, sin embargo… le pertenezco.
Él me ha hecho lo que ha querido. Me ha roto, pero aún me mantiene intacta, como un objeto precioso y peligroso. El sabor de su posesión en mis labios me ahoga, pero no puedo deshacerme de ello. No aún. Él tiene todo lo que soy, todo lo que podría ser. Y lo sabe.
La guerra retumba, me rodea, pero estoy como suspendida en este espacio extraño donde ya no hay lugar para escapar. No es el miedo lo que me paraliza, sino esta aceptación, dulce y terrible, que fluye en mí. Mi corazón se quiebra a cada instante, pero también sé que soy la única que puede hacerlo. Él… me da la opción de quedarme o irme. Pero en el fondo, no soy yo quien decide. No aún.
Debería escapar. Pero lo sé, él me retendría de nuevo, me encadenaría de otra manera, más sutil. Su poder es más que el de un vampiro. Es una maldición dulce y fatal, una letanía de envidia y deseo que se teje alrededor de mis entrañas, me ahoga y me calienta.
— No tendrás lo que quieres… susurro, pero mi voz es débil, incierta. Ya no tengo esa fuerza, esa audacia. Todo lo que quiero es huir de él, pero mis piernas se niegan a llevarme a otro lugar que no sea hacia él.
Aleksandr
La miro, deleitándome en su resistencia, en su vacilación. Me desafía aún, incluso en este abismo. Es mía, y sin embargo se debate, busca aún una salida. Una parte de mí desearía que cediera de inmediato, que se plegara a mi voluntad sin luchar. Pero sé que necesita esta lucha. La veo como una llama, titilante, lista para apagarse si no es alimentada por esta guerra interna.
Me acerco lentamente, mis pasos resonando como golpes de martillo en el pesado silencio del palacio. El tiempo parece suspenderse. Todo aquí, todo en este instante, no es más que una promesa de destrucción o de sumisión. Ella elegirá. Aunque aún no lo sepa.
— No te engañes, Yvi, murmuro, mi voz volviéndose un poco más suave. Sabes lo que eres. Sabes lo que llevas dentro. No hay escapatoria, no hay refugio. No mientras yo esté aquí. No mientras lleves lo que es mío.
Siento su mirada endurecerse bajo mis palabras. Pero no es odio lo que leo en sus ojos. Es miedo, mezclado con un dolor que se niega a admitir. Ha sido rota, pero hay algo más. Un destello de esperanza. Y la odio y la admiro por eso.
Yvi
Tiemblo, pero ya no es por miedo. Es la lucha. Este combate entre lo que quiero ser y lo que él quiere que sea. Pero en esta oscuridad, veo una chispa. Una esperanza que no es realmente mía, pero que de todos modos me pertenece. Porque él está allí, ardiendo en mí.
Me giro hacia él, mis ojos llenos de lágrimas, pero ya no se trata de llorar. Son lágrimas de rabia, de deseo reprimido, de derrota aceptada. Soy mía, y sin embargo, aún le ofrezco todo lo que soy. Es todo lo que quiere.
— No puedo huir… susurro. No mientras no me dejes… pero sabes que volveré.
Me pierdo en su mirada. La imagen de él, dominante, imponente, se fusiona con la de un monstruo dulce, una contradicción viviente que me fascina y me angustia. Me ha marcado de una manera que ni siquiera entiendo aún, pero que siento en cada fibra de mi ser. Es amor, odio, deseo y angustia mezclados, y todo eso le pertenece a él. Pero tal vez… tal vez él también me pertenece, de una manera que escapa a la lógica.
Aleksandr
La siento temblar bajo mis manos. Aún se debate, pero sé que es un juego para ella, un último estallido de orgullo antes de que ceda por completo. Y cuando eso ocurra, no volverá. Este vínculo que hay entre nosotros es más fuerte que todo, más fuerte que la muerte misma.
— Sí, volverás. Porque no tienes a dónde ir. Porque soy todo lo que deseas, y lo sabes.
La aprieto contra mí, mis colmillos muerden su piel sin perforarla. No aún. Pero ella siente todo. El peligro. La promesa. La sombra de una noche que no podrá olvidar. Es mía.
Yvi
Cierro los ojos. Estoy perdida. En esta habitación, en este instante, me ahogo. Pero hay algo más. Algo que aún no comprendo, pero que arde, que llama en lo profundo de mí. Es la guerra que se avecina. Lo siento. Vendrán, para llevarme de vuelta. Pero cuando eso ocurra, ¿qué quedará de mí, de esta guerra interna? ¿Qué quedará de mí, cuando ya no tenga nada que ofrecerles?
Lyam — A lo lejos
Lo veo. Veo todo lo que ha hecho, todo lo que ha tomado. Y lo odio más que nunca. Pero la siento. Ella me llama, me suplica. Vendremos. Lucharemos. Por ella. Por todo lo que se ha atrevido a tocar.
Soren
Lyam tiene razón. Es una guerra ahora. Una guerra que no permitiré que gane este vampiro. Ha tomado todo lo que le pertenecía. Pero no ha tomado su corazón.
Kael
La guerra comienza. Pero sabemos por qué venimos. Porque cometió un error. Porque lo que hemos perdido, lo recuperaremos. Y lo que ha tomado, se lo arrancaremos.
El mundo tiembla.
YviEstoy aquí, suspendida entre dos mundos, entre el deseo y la derrota. La sombra de lo que soy se desmorona cada vez que él me toca, cada vez que se acerca a mí. Es una sensación indescriptible, dulce y dolorosa a la vez, como si mi alma estuviera quemada por un fuego que no comprendo. Él es la llama. Él es la ceniza. Y me consumo sin poder escapar de este incendio, sin poder desprenderme del calor que me devora. La verdad es que soy a la vez la víctima y la cómplice, y en esta dualidad, me pierdo un poco más cada vez que nuestros cuerpos se rozan.Sus manos acarician mi piel, suaves al principio, como una promesa. Lo siento, cada escalofrío recorriendo mis nervios, cada aliento que no logro controlar. Sus dedos acarician mis brazos, siguen la línea de mis costillas, trazando senderos invisibles de deseo. Él está aquí, en mi espacio, y todo en él me habla de una dominación silenciosa. No me obliga, pero no me deja opción. Me aprisiona en una trampa invisible, y cada movimiento, cad
YviEstoy a punto de desmoronarme, lenta e inexorablemente. El mundo a mi alrededor desaparece poco a poco, todo lo que soy se reduce, se concentra en él. Él, el hombre que ha echado raíces en mi mente, que abraza mi corazón con una fuerza que ya no puedo definir. Cada respiración que tomo, cada latido de mi corazón resuena con su presencia. Él está ahí, siempre ahí, en cada rincón de mi ser, devorando, insaciable.Siento el deseo invadiéndome con cada contacto. Sus manos, ardientes, me rozan y me consumen, como llamas devorando una madera seca. Cada beso que deposita en mi piel es un acto de posesión, una marca invisible, pero inalterable. Me devora por dentro, pero no puedo detenerme. Porque, paradójicamente, quiero que lo haga. Porque estoy perdida. Y cuanto más lucho, más enciende esta guerra entre lo que quiero ser y lo que me he convertido.Mi cuerpo responde a sus caricias incluso antes de que mi voluntad pueda reaccionar. Soy prisionera de este fuego sagrado que él enciende en
YviMe despierto lentamente, como si el mundo entero estuviera borroso, sumido en una bruma cálida y pesada. Siento que el tiempo mismo duda en retomar su curso, que todo se suspende a mi alrededor. Cada aliento que tomo es pesado, cada movimiento me cuesta un esfuerzo insuperable. Me siento rota, dispersa, como si cada parte de mí estuviera volviendo a su lugar, pero de forma desordenada, confusa.Giro lentamente la cabeza, mis ojos se posan en él. Aleksandr. Está allí, a mi lado, su mirada tan intensa como siempre, incluso en el silencio. Y es ese silencio el que me paraliza. Es en esta calma casi aterradora donde siento la profundidad de lo que ha sucedido. No necesita decir una palabra, ya lo sé. Soy mía, y soy suya. El mundo puede arder a nuestro alrededor, nada ha cambiado. Estoy perdida, pero encuentro un extraño consuelo en ello.Cierro los ojos, pero la imagen de sus brazos alrededor de mí, de su cuerpo contra el mío, permanece grabada en mi mente. No hay posibilidad de fuga.
Capítulo 1 – El llamado de la lunaHiedraEl bosque respira. Cada rama cruje como si escondiera un secreto. El aire está cargado de humedad, resina y algo más… algo antiguo. Camino sin hacer ruido, mi aliento entrecortado, los pasos livianos como sombras. La noche abrasa, densa, sofocante. Como si el mundo entero contuviera la respiración.No debería haber venido.Lo siento en los huesos.Algo me sigue.Aferro la tela de mi vestido. Mi corazón golpea con violencia. No veo nada, pero lo percibo: una presencia que me acecha. Invisible. Salvaje. Implacable.Un crujido entre las hojas.Me detengo en seco.La oscuridad se espesa a mi alrededor. Mi garganta se cierra. Quiero correr, girar sobre mis talones, escapar. Pero mis piernas se niegan.Y entonces los veo.Tres pares de ojos brillan en la penumbra.Sombras vivas, deslizándose entre los troncos como depredadores en cacería. Lentamente emergen de la nada.No son hombres.Son bestias.La luna revela sus siluetas. Altos. Desnudos. Irreal
Capítulo 2 - La marca del deseoHiedraQuisiera protestar. Gritar. Huir.Pero mi piel arde. Mi aliento se quiebra.Están demasiado cerca.KaelMe deslizo detrás de ella, el pecho apenas rozando su espalda.Puedo sentir cada emoción que la atraviesa.Pelea. Lo noto en la tensión de sus hombros, en cómo aprieta los dedos contra la tela de su vestido.Pero no se aparta.—¿Quieres luchar, Ivy?Mi voz es un susurro que se enreda en su cuello.Su respiración se acelera.—Entonces lucha.¿Cómo se lucha contra uno mismo?LyamEs sublime, atrapada entre nosotros. Su cuerpo tiembla, sacudido por una ola que apenas comienza.Lo veo. Lo siento.Aún no lo entiende. Pero su alma ya nos llama.—Mírame.Tomo su barbilla con cuidado. Ella tiembla.Sus ojos se alzan hacia los míos. Una tormenta eléctrica ruge allí.Está cediendo.HiedraMis piernas flaquean. El pensamiento se deshace.—¿Qué me han hecho...? —susurro.SorenFinalmente, hablo.Mis palabras son escasas, pero cuando llegan, atraviesan.—No
Capítulo 3 – El equipoHiedraCorro.El aire nocturno me azota la cara, pero no puedo escapar de su presencia.Están ahí.En todas partes.En mi aliento entrecortado, en el calor que no abandona mi piel, en la emoción que aún me atraviesa.Me marcaron.Y me aterra.Me hundo en el bosque, la oscuridad devorando mis pasos desbocados. El corazón me late con tanta fuerza que temo que se me salga del pecho.—Corre todo lo que quieras…La voz de Kael resuena. Está cerca. Demasiado cerca.Me doy la vuelta, pero no hay nadie.Solo la oscuridad vibrando. El silencio, opresivo.Una risa se desliza a mi izquierda.—Entraste, ¿verdad?Es Lyam esta vez.Aprieto los dientes.—¡Salgan de mi cabeza!—No estamos ahí —susurra Soren, su voz apenas un aliento tras mi espalda.Me congelo.Están aquí.Su presencia me envuelve como una sombra viva.Cierro los ojos un instante, tratando de recuperar el control. Pero al abrirlos, Lyam está justo frente a mí.Sin ruido. Sin advertencia.Solo él.—Déjate ir.Re
Capítulo 4 – Bajo su agarreHiedraLyam me arregla. Sus ojos dorados arden con una intensidad que me inmoviliza.Avanza. Lento. Con esa seguridad aplastante que me hace querer huir… o lanzarme sobre él.—Mírame —susurra.No quiero.Quiero desaparecer.Pero mis ojos se elevan, lo encuentran.Y ya está.Caigo.En ese abismo incandescente que me abre sin decir una palabra.En ese vínculo invisible que me envuelve, que me asfixia y me abraza al mismo tiempo.Sonríe. Casi satisfecho.—Entonces…Calor tras mi espalda.Kael.Su presencia es un veneno. Una trampa.Ni siquiera necesita tocarme para que mi piel se estremezca con su aliento.—Eres tan reactiva, Ivy…Su voz me roza el cuello como una caricia.Cierro los ojos. Mi respiración se descontrola.—No…—No mientas —interrumpe Soren, su voz profunda corta el aire.Él también se acerca. Más lento. Más contenido.Pero su mirada es una promesa que me desarma.Me estudia. Cada temblor. Cada latido desbocado de mi corazón.—Sientes el vínculo,
---Capítulo 5 – La intoxicación del enlace---HiedraMi aliento es corto.Mi piel arde bajo sus miradas.Están allí, rodeándome, como un círculo de fuego que espera, paciente, que la presa se rinda.Pero no soy una presa.Me niego a serlo.Y aun así... mi cuerpo me traiciona.Lyam.Kael.Soren.Su sola presencia hace vibrar algo en mí. Algo primitivo. Salvaje. Desconocido.Algo que me aterra.—Para… —susurro, con la voz hecha cenizas.Kael se ríe. Esa risa suya, baja, ronca, peligrosa, hace que mi estómago se contraiga.—¿Parar qué, Ivy?Está detrás de mí. Su pecho contra mi espalda.Su mano recorre mi brazo, lenta, hasta enredar sus dedos con los míos.—¿Parar de tocarte?—¿Parar de darte lo que deseas? —murmura en mi oído.Me enojo.Quiero escapar.Pero también... quiero rendirme.Entonces Soren irrumpe con su voz de acero.—Ella todavía pelea.Su mirada me atrapa. Oscura. Incisiva.—¿Para qué?Mi garganta se cierra.¿Para qué...?Porque esto es una locura.Porque es imposible.Po