Yvi
El palacio está silencioso, casi demasiado. Mis pasos resuenan en la gran sala vacía. Sin embargo, siento ese escalofrío, esa tensión en el fondo del vientre, ese extraño calor que me oprime el pecho. Tengo frío. Y al mismo tiempo… ardo.
Algo crece dentro de mí.
Lo siento, visceralmente. Como si la tierra misma me llamara. Mis manos se deslizan sobre mi vientre, y este simple gesto me quiebra. Porque lo sé. Sé lo que llevo, aunque todavía me niegue a creerlo.
No es la marca de Aleksandr la que palpita en mis venas. No. Es otra cosa. Un susurro. Una vida.
Su vida.
Lyam
El grito que me desgarró escapa de mi garganta sin que pueda contenerlo. Caigo de rodillas en este bosque donde crecimos. Allí donde todo comenzó. Y la siento. Su olor. Su angustia. Pero más fuerte aún… siento lo que ella ni siquiera sabe que lleva dentro.
— Ella es nuestra... Ella nos lleva...
Mi voz se quiebra. Las lágrimas fluyen. Soren y Kael acuden, alertados por mi grito.
— ¿Qué estás diciendo? gruñe Kael.
— Yv