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Capítulo 43— La Sangre Llama a la Sangre

Lyam

La noche apenas cae cuando el primer aullido resuena en el bosque. No es un grito de alerta... No, es una llamada. Una declaración. Están aquí. Los cobardes no han esperado. Han enviado exploradores... luego guerreros.

Salgo al porche, los colmillos al descubierto, la mirada ardiente. Mis hermanos se unen a mí, Ivy permanece adentro bajo la vigilancia de Soraya. Por ahora.

— Empieza, gruñe Kael, los ojos brillantes de rabia.

— Se atrevieron... susurra Soren con una mueca.

Asiento. Esta noche, ahogaremos esta tierra en sangre.

Kael

Soy el primero en saltar. La sangre me martilla las sienes. La necesidad de matar me invade. En la oscuridad, sus siluetas se perfilan. Una decena. Han enviado a la manada de los Northfang. Bastardos sin honor.

Gruño:

— ¿Quieren guerra? La tendrán.

Me transformo en un crujido de huesos. Mis garras brillan bajo la luna. No espero. Le arranco la garganta al primero. La sangre salpica la nieve.

Soren

Voy tras de él. Uno de ellos intenta saltar sobre mí. Le rompo el cuello de un mordisco. La batalla es sucia, brutal, placentera. Cada aullido me alimenta. Cada gemido me embriaga.

— ¿Dónde están sus líderes, perros?! escupo desgarrando la piel de otro.

Lyam

Lucho cerca de ellos, mi mente concentrada únicamente en una cosa: mantenerlos alejados de Ivy. Nunca he sentido una rabia tan pura. Su sangre en mis garras no es suficiente. Quiero arrancarles el corazón.

— Termínenlos. Ninguno se va. Ni uno solo.

Ivy

Miro la escena desde la ventana, el corazón latiendo con fuerza. Soraya pone una mano sobre mi brazo.

— Van a ganar... pero esto solo está comenzando, susurra, los ojos brillantes con una luz extraña.

Entiendo. Esto es solo un primer asalto. Una provocación. Una guerra territorial. Y han elegido el peor terreno: el nuestro.

Kael

Cuando el último cae, gimiendo, me acerco y le susurro al oído:

— Ve y dile a tus maestros... que los Alfas de aquí no negocian. Que vengan en manada, en ejército... no cambiará nada. Los romperemos a todos.

Luego lo termino.

Soren

Nos giramos, cubiertos de sangre, respirando con fuerza. Cruzo la mirada de Lyam y sé... esto está lejos de terminar. La verdadera guerra se acerca.

Lyam

Levanto la vista hacia la ventana. Ivy está allí, la mirada brillante. Y me prometo... esta guerra, la llevaré por ella. Hasta el último aliento.

— Prepárense. Esta noche, solo hemos matado a los perros. Mañana, será toda su manada.

Lyam

La noche se alarga, pesada de sangre y rabia. Pero cuando la veo detrás de esa ventana, su piel pálida iluminada por la luna, me quedo sin aliento. No quiero pensar más en la guerra. Solo en ella. En ese vínculo que nos devora.

Subo las escaleras de dos en dos, mi bestia apenas apaciguada. Kael y Soren me siguen, los ojos oscuros, hambrientos. Abrimos la puerta de la habitación. Ivy se sobresalta, sus labios tiemblan. Ella siente el peligro, la animalidad que emana de nuestras pieles.

— Ven, murmuro con voz ronca. Ven, Ivy. Te necesitamos. Aquí. Ahora.

Ella avanza, dudosa. Pero en el fondo de sus pupilas, leo ese fuego que también la devora. Quiere perderse, olvidarse, como nosotros.

Ivy

Los miro, cubiertos de sangre y furia. Pero ahora soy yo a quien quieren devorar. Temo. No por miedo... sino por pura excitación.

Lyam me agarra por la cintura, me levanta como si no fuera nada. Su nariz roza mi cuello, su lengua prueba mi piel.

— Eres nuestra, Ivy... Esta noche, lo grabaremos en tu carne.

Me llevan a la inmensa cama. Kael me desviste, sus garras rozando mi piel desnuda. Soren muerde mi clavícula, su lengua caliente me hace gemir. Me arqueo, ofrecida.

Kael

La quiero. Aquí. Ahora. Pero me contengo. Necesito verla suplicar, llorar de placer. Mis dedos exploran su cuerpo, lentamente, trazando líneas invisibles sobre su piel.

— ¿Sientes eso, Ivy? Es la rabia que hemos contenido... Todo por ti... Solo por ti.

La aparto, la abro como una fruta madura. Y sumerjo la cabeza entre sus muslos, saboreando cada gemido, cada escalofrío que la atraviesa.

Soren

Ya no puedo más. Mis colmillos rozan su hombro, mis caderas se presionan contra ella. Lyam me lanza una mirada fulminante, pero gruño:

— No espero más. Ella está lista. La tomamos. Ahora.

Lyam

Arranco mi ropa, el cuerpo en llamas. Ivy gime, la mirada perdida entre el placer y la entrega.

Me deslizo en ella, de un golpe seco. Ella grita. No de dolor. No... De ese placer que arranca el alma.

Kael la toma por detrás, sus manos amasando sus caderas, mientras Soren le ofrece su boca, su lengua, sus colmillos.

— Eres nuestra... No saldrás más, Ivy... susurra Kael contra su nuca.

Ivy

Me ahogo. Me asaltan, me llenan, me consumen. No sé quién me toca, quién me penetra, quién me muerde. Solo sé que me rompo. Que gozo. Otra vez. Y otra vez.

No me dejan respirar. Cada gemido llama a una nueva ola de placer. Me pierdo en ellos. Y es bueno. Muy bueno.

Soren

Ella está marcada, manchada por nuestras manos, nuestras bocas, nuestras pollas. Es nuestra. Y gruño mientras me libero en ella, incapaz de contenerme.

Lyam

Cuando todo se calma, cuando se derrumba en nuestros brazos, la aprieto contra mí.

— Nunca más, Ivy... Nunca más dudarás. Eres nuestra. Para siempre.

Ivy

No tengo fuerzas para hablar. Pero sé. Mi corazón, mi carne, mi alma... les pertenecen.

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