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La primera regla de la noche era el anonimato, la segunda, la absoluta libertad. Ambas ardían en el aire condensado de la suite, destrozadas bajo la presión de un deseo primario, crudo y sin ataduras
El aire escapaba de los pulmones de Valeria en un jadeo ronco. Sus uñas se aferraban a los músculos firmes de la espalda de él, trazando líneas rojas que prometían moretones, su miembro entra sin atadura, mientras que su boca posa en unos pechos de Valeria y en el otro su mano cuál majesajeba. No era una sumisión, era una igualdad feroz en él placer. Su cuerpo, desnudo ante el lejos de ser la figura que la sociedad intentaba confinar, era el centro de su propia gravedad, el motor de la pasión que lo consumía a él. Era ella quien marcaba el ritmo con una sensualidad desinhibida, impulsada por años de no querer deberle nada a nadie. Dándola vuelta la vuelve a penetrar, ella grito, pero del mismo placer que buscaba hace rato. Pues este hombre no solo se la está cojiendo, se la está comiendo. Su cuerpo tiene la marca de sus labios. Devoró cada parte de ella, puede escuchar como el jadea cuando siente que ella mueve sus caderas Él se movía con la precisión de un depredador que, por primera vez, saboreaba a una presa que no solo se resistía, si no que lo reclamaba. El estaba fascinado, su miembro y su cuerpo se movían por si, ese movimiento exquisito, lo pone más duro Valeria de imprevisto se corre para delante, se gira y empuja al monumento que tiene adelante. Ahora es su turno. Subiendo arriba y acomoda su miembro dentro de ella. Comienza a mover sus caderas mientras aprieta sus nalgas con fuerza, y por dentro rugiendo con un león enjaulado. Los movimientos comenzaron a subir con intensidad.. __ vamos papi __ le susurra cerca de su oído Sale de el y él inclina poniendo su miembro sobre sus manos comenzando a lamer de arriba hacia abajo. Él se estremece al sentir él roce de su lengua y un cosquilleo recorre su abdomen por cada lamida que da la chica. lo introduce a su boca deslizando sumamente mientras usa su lengua. El quién no aguanta, la levanta y la cuesta, se acomoda entre sus piernas empujando de una solo estocada, dejando salir un gruñido al sentirse apretado entre esas paredes suaves y húmedas que lo aprietan, ella comienza a moverse junto al el, causando una descarga de placer en ambos. Sale de ella y baja, comienza a besar hasta llegar al lugar que lo hizo perder la cordura, Usando su lengua desliza justo hasta su punto donde el placer aumenta, y notando que las piernas tiemblan mientras succiona estremeciendo el cuerpo de la chica y dejando qué deje escapar un sonido. Ella no se queda atrás y comienza a darle placer con sus manos Los ojos de Demián la buscaban sin descanso en la penumbra. Su rostro, normalmente una máscara de control inquebrantable, estaba tenso por la urgencia. No estaba acostumbrado a la sensación de perder el mando, pero con Valeria, el control no le importaba; solo le importaba la posesión. Cada roce, cada susurro áspero que le arrancaba, no era un acto de amor, sino la confirmación de que esa mujer, salvaje y desafiante, sería suya. Volviendo a entrar en ella, con rapidez y movimiento rápidos, dejando escapar gemidos de puro placer y el disfruta esa hermosa melodía de placer. La boca de Demián se encontró con la de ella en un beso que sabía a desesperación y promesa. Era la marca de la propiedad que él grababa en su alma. __ Dime tu nombre __ le exigió Demián con la voz gutural, atrapando sus manos sobre su cabeza. Valeria arqueó la espalda, riendo con un desafío eléctrico. __No__ murmuró, mordiendo su oreja __ Los nombres tienen dueños. Y yo no tengo dueño __ Esa negativa, esa pequeña muestra de rebeldía, solo sirvió para encender el infierno en los ojos de él. El deseó que sentía no era un capricho; era una necesidad vital que amenazaba con desbordarlo. En ese momento de éxtasis descontrolado, la única cosa que le importaba era la mujer bajo él. Estaba dispuesto a quemar el hotel, la ciudad o el mundo si era necesario, solo para asegurarse de que ese fuego, esa pasión que lo devoraba, fuera solo suya. Y cuando todo se calmó, cuando solo se escuchaba el ritmo agitado de sus corazones, Demián la sostuvo con una fuerza que no era amorosa, sino de toma de rehenes. Valeria se acurrucó, exhausta, con una sonrisa de victoria en los labios. Había ganado esa batalla de intensidad. Él la miró fijamente en la oscuridad, trazando la curva de su cadera con un dedo posesivo. Y fue en ese silencio, en la más profunda intimidad de la noche, donde Demian tomó su primera decisión fría y despiadada sobre ella: no la dejaría ir jamás. ...Y cuando todo se calmó, cuando solo se escuchaba el ritmo agitado de sus corazones, Demian la sostuvo con una fuerza que no era amorosa, sino de toma de rehenes. Su brazo cruzaba su cintura como una barra de hierro, anclándola a la cama, un ancla pesada dictada no por el miedo a que ella desapareciera, no por la ternura, si no por su posesión. El la quiere solo para Valeria se acurrucó, exhausta, con una sonrisa de victoria en los labios. Había ganado esa batalla de intensidad. Había dictado los términos, había mantenido su autonomía incluso en el clímax de la posesión. Ella solo quería una noche caliente donde le hagan olvidar quien era y donde era. Sin saber que se metió en el infierno y con el mismo díablo. ¿Que pasara cuando ella se enteré quién es él hombre con quién paso la noche? ¿Que hará demian ahora? ¿ la podra acorralar






