—Me está escuchando? — El policía intentaba llamar la atención de Zafiro, que lejos de preocuparse por él, miraba insistente a sus espaldas.
Se volvió , intrigado pero solo consiguió ver la silueta de Alfonso alejándose hacia la oscuridad.
— No me es posible acceder a su petición. — dijo Zafiro con voz fuerte.
— Señora, no creo que comprenda usted la complejidad de este asunto.
— Ni usted las básicas normas de educación. — Cruzó los brazos. — Puede ser que sea la representación de la ley pero eso no le da derecho alguno a presentarse en mi casa a las diez de la noche exigiéndome nada.
— Es usted sospechosa en el caso de una persona desaparecida.
Zafiro temblaba internamente pero en la superficie mostraba una calma fría e imperturbable.
— No sé de lo que habla. Me presentaré en comisaría en la mañana, a no ser que tenga usted pensado acusarme formalmente de algún cargo. — Juntó las muñecas, preparada para recibir las esposas con un ademán altanero que el policía no apareció. L