— ¿ Acaso no sabe quien soy? ¿ No sabe quien es mi padre?
— Le aconsejo que guarde silencio y espere con calma a que llegue su abogado.
— ¿ Abogado? Yo no he llamado a nadie.
— Nosotros lo hicimos —. Sonrió el policía.
— Sería la primera vez que la policía llama al abogado antes que el mismísimo cliente.
— ¡Ah, hijo de la gran puta ! Esta vez no te nos vas a escapar.
Eduard comenzó a ponerse nervioso.
— Pagarás por lo que hiciste a esas chicas. Ya no estás protegido. La mitad de este departamento te tiene ganas y la otra mitad al degenerado de tu padre. Uno a uno irán cayendo, esto es solo el principio, la justicia por fin llega a tu puerta.
— Es muy amable de su parte recibirme con tan poco aviso, señor alcalde.
— Mi secretaria me ha dicho que tiene usted una propuesta sumamente interesante.
— Es una chica muy amable. Clienta asidua de mi floristería.
El alcalde permaneció en silencio, la sonrisa amable desapareció de su rostro, y miraba su reloj con insistencia.