El ambiente en la empresa amaneció cargado de algo más que la rutina habitual. Era lunes, pero no uno cualquiera. La llegada de Alanna Sinisterra como nueva directora de Imagen y Relaciones Estratégicas seguía siendo el centro de todas las miradas, de todos los susurros. Aunque muchos sabían poco o nada de ella, las pocas palabras que se dejaban colar en los pasillos bastaban para que la intriga comenzara a pudrir la calma.
Y en medio de todo, Allison Sinisterra.
Vestida con un conjunto elegante de dos piezas en azul noche, tacones agudos y labios pintados con una determinación venenosa, caminaba con altivez por los pasillos, regalando saludos falsos y sonrisas afiladas. Sabía que no podía confrontar a Alanna directamente, al menos no sin consecuencias. Pero el poder de una mentira bien sembrada... ah, eso era otra cosa.
Se detuvo frente a tres empleadas de comunicaciones que estaban saliendo de la sala de reuniones, y con tono casual, como si no buscara nada, dijo:
—¿Han visto cómo A