Capítulo 51. Una vida de preguntas.
Y eso lo carcomía por dentro.
Finalmente, después de otros cinco minutos y tres bocinazos agresivos, un auto retrocedió. Sebastián aceleró con rapidez y tomó el lugar antes de que otro lo hiciera.
-- Por fin – suspiró. Apagó el motor del auto, bajo de él, se ajustó la chaqueta y tomó el teléfono. Un mensaje nuevo aparecía en su pantalla, era de . De Cata.
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Necesitamos un plan. Algo claro, firme… algo legal –
Melisa frunció el ceño.
-- ¿Qué estás tratando de decir? – Él la miró fijo, sin rodeos.
** Ya estamos en el segundo nivel, cerca del área de juegos. No te preocupes, estamos bien. Sorpresas agradables hoy **
-- ¿Sorpresas? –
Frunció el ceño.
-- ¿A qué se refiere con eso? –
Guardó el teléfono, salió del auto y se encaminó hacia la entrada principal del centro comercial. Subió por las escaleras mecánicas sin detenerse a observar nada. Su mirada buscaba un solo objetivo: sus abuelos.
Pero justo al salir del corredor de acceso, algo le erizó la piel.
Fue un instante.
Un aroma.
Una sen