Capítulo 22. Contratos, Copas y Corazones en Conflicto
A la mañana siguiente, Sebastián llegó temprano a la oficina, aunque no pudo concentrarse del todo. Tenía la imagen de Melisa riendo, hablando con sus abuelos, fingiendo con una naturalidad que lo confundía. No sabía en qué momento se había vuelto tan consciente de sus gestos, de su olor, de la forma en que cruzaba las piernas cuando se sentaba frente a él.
Melisa llegó unos minutos después, sin lentes y con el cabello suelto. Sebastián levantó la vista sin querer, y sintió una punzada en el estómago, se había quedado a propósito en el lobby para verla llegar.
-- Buenos días, señor Novak – lo saludó ella, con su voz habitual.
-- Buenos días, Hart – le respondió él, secamente.
Ella lo miró un segundo más de la cuenta, pero luego siguió su camino a su escritorio. Tal vez era mejor que las cosas volvieran a su lugar.
Tal vez...
Sin embargo, las cosas no tardaron en descontrolarse nuevamente.
Durante el almuerzo, Sebastián recibió una videollamada de su abuela.
-- ¡Sebastián! ¿Dónde está