Melisa por fin se sintió aliviada... destrozo a Francisco. ¿hará lo mismo con Sofia?
Melisa estaba a punto de destruirla, mencionar que estaba ahí como amante sería suficiente, pero sintió la presión en la mano de Sebastian, podía oír su mente en ese momento… “Espera un poco más cariño” y eso mismo fue lo que hizo, esperar un poco más, porque mientras más alto se sintiera su ex amiga, más dura iba a ser la caída…-- Asi es, Sofía. Ya no tengo la daga en la espalda. Eso aligera mucho el peso ¿no piensas igual? – Sofia rodo los ojos, en ese momento nada de lo que dijera Melisa le importaba. Sentirse ganadora por una vez en su vida era lo mejor.-- Siempre tan dramática – le respondió fingiendo un bostezo.-- Y tú siempre tan... tan superficial – Sofía ladeó la cabeza, mirando a Sebastián con atención.-- ¿Y tú quién eres…? acaso te conseguiste alguien que te ayude a olvidar? – se burló Sofia, Sebastian no iba a revelar su identidad, eso se lo dejaría a Melisa.-- ¿Y si asi fuera qué? – respondió,-- No puedo creer que seas alguien tan patético… dios los crea y ustedes se
Mariel se tensó, pero no respondió. Dio un sorbo a su copa como quien busca dignidad en el fondo de una bebida.-- ¿Predecible no es asi? – le recalcó Melisa, Mariel no sonrío, miró a Sebastian intentando encontrar ayuda, pero él se la negó.-- Yo que tú – le dijo Sebastián de pronto, sin nada de tacto. -- me ahorraría el intento de parecer elegante, esta vez no te queda –Mariel abrió la boca para decir algo, pero una mirada de Melisa la detuvo. La pelirroja se giró y se alejó de ellos sin decir más.Cuando se fue, Melisa suspiró, había bebido más de la cuenta y todo lo que hizo lo hacia sin pensar.-- Eso fue... cruel –-- Se lo merecía cariño, no haberte reconocido – susurró Sebastian, quien no dejaba de mirarla.-- Tú eres peor que yo – reflexiono ella.-- Por eso nos llevamos tan bien cariño – ella lo miró de reojo, y Sebastián sintió que, si se acercaba un centímetro más, el universo colapsaría entre sus cuerpos.-- ¿No estás cansado de actuar como si nada te importara? – Melisa
El sol apenas comenzaba a filtrarse por las rendijas de la cortina cuando Melisa abrió los ojos. Al principio todo era tibio, acogedor, como si flotara envuelta en una nube suave… y masculina.Un brazo fuerte rodeaba su cintura, su pierna estaba encima de otra más grande, y un pecho velludo y firme subía y bajaba bajo su mejilla, en un ritmo pausado.Melisa tardo unos segundos en darse cuenta de donde estaba, el alcohol le había producido una amnesia parcial que se fue despejando en cuanto se levantó.-- ¡Oh por dios! – susurró al ver a Sebastian completamente dormido debajo de ella.-- Lo volví a hacer, no puede ser – dijo entre dientes y fue entonces cuando ocurrió, como si su mente hiciera clic de golpe, todos los recuerdos llegaron en tropel.El encuentro con su ex, la confrontación con Sofia, la humillación hecha a Mariel, la segunda copa de vino, luego la tercera, y la cuarta y después la quinta y asi muchas más…En su mente podía ver la sonrisa ladeada de Sebastián. Su voz ronc
El desayuno fue un campo minado de silencios que gritaban.Melisa, con el cabello recogido en una coleta alta y un vestido blanco que dejaba al descubierto los hombros, parecía más peligrosa que nunca. El tipo de mujer que entra a un lugar y cambia la temperatura solo con caminar. Sebastián no podía dejar de mirarla. No después de lo que pasó la noche anterior. No después de haberla tenido rendida bajo su cuerpo, gritándole que no se detuviera.Pero ella actuaba con una calma que lo volvía loco. Sonreía con educación a los demás asistentes, bromeaba con algunos ejecutivos del grupo, y ni siquiera pestañeaba cuando le ofrecían café o un trozo de pastel. A Sebastián le ardían las manos por tocarla, pero la muy bruja no se lo estaba haciendo fácil.Y sin querer él estaba comenzando a disfrutarlo.-- ¿Dormiste bien? – le susurró al oído cuando estuvieron lo suficientemente lejos del resto.-- ¿Tú qué crees, Novak? Estaba sobre ti, creo que el descanso fue... profundo —respondió ella sin m
El amanecer en la isla era una pintura en tonos dorados y azules, y por un momento, Melisa pensó que todo podía ser sencillo, que su vida comenzaba a tomar forma nuevamente. Que podía reír, terminar el trabajo que comenzó en el viaje, regresar cada uno a su vida y pretender que no habían compartido noches de locura y deseo con su jefe.Se había levantado temprano, dejando a Sebastián profundamente dormido en la cama, enredado en las sábanas, con el cabello revuelto y esa expresión de paz y felicidad que hacía dos días la notaba. Lo miró una última vez antes de salir silenciosamente a caminar por el hotel.Lo necesitaba. Un momento para respirar, un momento para estar sola, tomó un café del comedor y con el aroma del mismo acompañado de la brisa marina, se hizo la promesa de un nuevo comienzo.No había caminado mucho cuando una voz conocida la detuvo, interrumpiendo su paz.-- Melisa… -- ella giró sobre sus talones para encontrarse con Francisco.Perfectamente arreglado, pero con una e
El aeropuerto de la isla vibraba con el bullicio de los pasajeros, turistas cargando sombreros de paja, maletas golpeándose entre sí, niños correteando entre los asientos en la sala de espera. Un auténtico caos semi organizado.Sebastian se arrepentía de no haber volado en el avión privado, pero con el problema familia de Daniel, las cosas en este viaje cambiaron para él. Eso sin mencionar el hecho de que se sentía utilizado por Melisa, quien según él había vuelto con su ex.Melisa soportando la indiferencia de Sebastian quien se estaba comportando como un maldito iceberg, mientras que ella intenta aparentar que nada le interesa.En realidad, había algo patéticamente gracioso en todo eso, porque después de haber compartido noches de lujuria, susurros roncos en la oscuridad y conversaciones intensas, ahora los dos apenas si se dirigían la palabra. Tratándose como si fueran dos extraños en un viaje de negocios, o mejor dicho peor a como se tratarían secretaria y jefe.Y lo peor de todo
Cuando el carrito de bebidas volvió a pasar, Melisa pidió una copa más. Necesitaba algo que adormeciera los recuerdos, que calmara el dolor ridículo que se agolpaba en su pecho.De reojo notó un movimiento, era Sebastian quien la estaba mirando, su corazón se aceleró solo con esa mirada. Ella bebió el contenido de su copa en un sorbo. No entendía lo que pasó con él, ese cambio de actitud así de brusco…Francisco también notó la mirada intensa de Sebastian, la misma que decía mil cosas sin necesidad de decir una palabra y volvió a aprovechar la situación. Le ofreció su hombro a Melisa,-- ¿Te molesta si te apoyas un rato? – le preguntó. -- Pareces cansada Mel – ella dudó un segundo. Entonces, sabiendo que Sebastián tenía sus ojos clavados en ella, sonrió dulcemente y apoyó la cabeza en el hombro de su ex, estaba cansada de tener que escuchar la melosa voz de Mariel desde su asiento y ver como interactuaba con su jefe, sobre todo después de que él le había confesado que no la soportaba
Capítulo 19. Frialdad en los pasillos. Parte IICuando el reloj marcó las cinco de la tarde, Melisa decidió salir un momento a despejarse. Caminó hacia la pequeña cafetería del edificio y pidió un café doble, intentando ahogar en cafeína la maraña de emociones que la estaban asfixiando.Se sentó en una mesa apartada y dejó que la mente viajara libremente, por primera vez desde que bajaron del avión.Recordó el momento en que Sebastián la había mirado en la playa, como si fuera un milagro prohibido, cuando estaban juntos tendidos en la cama aun sin tener contacto íntimo, como le susurro que sabía que era ella la mujer que estuvo con él en aquel hotel.Recordó cómo había acariciado su mejilla antes de besarla, como si temiera que ella saliera huyendo de ahí.Recordó cómo sus cuerpos se habían encontrado, una y otra vez, como si el universo entero hubiera conspirado para unirlos.-- ¿Todo eso había sido un juego para él? – se pregunto en voz alta, intentando pensar si alguien podría fing