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Me volví hacia el grupo de lobos que estaba allí, algunos cargados con los insumos que necesitábamos para el camino. Samir, orgulloso, levantó el mentón ante todos.
— Si son capaces de seguirme el ritmo — dijo — , llegaremos al Aquelarre de la Luna en dos días y medio, cuando mucho. Esperemos que menos. Es un viaje largo y peligroso. Hay dos puntos en los que podemos pasar la noche, y sí o sí tenemos que llegar a ellos antes de que anochezca, o la tormenta eterna va a matarnos. No existe criatura que pueda sobrevivir una noche a la intemperie. Tal vez el Rey Cuervo, pero él no podrá protegernos a todos.
Salomón sacudió sus alas como respuesta. Aún no confiaba en él. Recordaba perfectamente que, en la aldea, había usado el suero inhibidor para quitarles los poderes a los lobos. Luego, Alexander había usado el mismo suero para quitarle los poderes a Ángel y flagelarlo en público, solo para provocar a Ismael. La única forma en la que el lobo, que ahora se hacía pasar por el Alfa de Lun