21.
Tuve un sueño tranquilo, espeso y profundo. Fue extraño porque no tuve ningún tipo de pesadilla, ningún sueño, pero tampoco estuve completo y absolutamente sumergida en la inconsciencia. Sabía que estaba ahí, flotando en una especie de limbo sin encontrarme.
Cuando al fin comencé a recuperar la conciencia, antes de abrir los ojos, lo primero que vino a mí fue aquel pensamiento oscuro:
— Los maté — dije — . Cuando el poder del hielo escapó de mí, pude ver cómo la onda los alcanzó... a Valentín y a Ismael. Los había matado. Así como había matado a los cazadores. Ahora sus cuerpos congelados yacían a un metro de donde había enterrado el cuerpo congelado de mi amiga. A ese lugar donde había pasado tantas horas alegres... aquella cabaña ahora se convertía en una maldición de muerte. Ya no podía recordar los buenos momentos porque se congelaron ahí, porque los iba a asociar con aquellas muertes, con aquel dolor.
Cuando abrí los ojos, era de día, pero era imposible distinguir qué hora er