Amadeo entró en la habitación con pasos lentos, pesados.
La oscuridad lo envolvía como un presagio, y el eco de su respiración parecía retumbar en las paredes.
Se dejó caer en la silla junto al ventanal, mirando hacia la nada, con los ojos opacos, sin brillo.
Pensó en Ricardo.
Apretó los puños.
"Eres tan hipócrita, Ricardo… Tan perfecto ante todos, tan frágil, víctima… pero tú… tú eres quien me quiere muerto. El plan es claro, ¿no? Si yo desaparezco, si me quitan del camino, entonces toda la fortuna será tuya. El único heredero de los Dubois. El único no hijo digno."
Una risa amarga escapó de sus labios. No era tristeza. Era traición.
***
Mansión Dubois.
El salón principal estaba inmerso en un silencio casi espectral, apenas interrumpido por los sollozos desgarradores de una mujer.
Ernestina, la hija menor de Rebeca, temblaba entre los brazos de su madre, sus lágrimas empapaban la tela del vestido de Rebeca.
Rebeca también lloraba… pero su llanto era hueco. Controlado. Perfectamente d