Aníbal tomó la carta con manos temblorosas, y apenas la sostuvo entre sus dedos, sintió que el corazón se le encogía.
Era como si cada palabra estuviera impregnada de fuego y hielo a la vez: fuego por el amor que aún ardía en su interior, hielo por el vacío que había dejado la partida de Mia.
La abrió con rapidez, ansioso y temeroso al mismo tiempo, como si temiera que si tardaba demasiado, las palabras pudieran desaparecer.
Sus ojos recorrieron cada línea, y con cada frase su pecho se oprimía más.
"Aníbal;
Gracias por salvarme en mi peor momento, haga lo que haga, diga lo que diga, siempre serás mi héroe favorito.
Lo lamento, haberte mentido, haber roto tu corazón.
Fue la única manera en que pude confiar en alguien, cuando todos me fallaron, no es una justificación.
Me enamoré de ti, y no quería amarte, porque todo lo que quería era ser libre.
Supongo que el amor es como eso.
Sé que vas a tener un hijo con Rosalina.
Por eso me fui, sé feliz, dale la vida que merece a tu hijo, y n