4: Propuestas

Aisha no tenía ninguna salida, vio venir a su tío e inmediatamente miró los nombres de las personas que aún no había visto, nada nuevo que ganar, bajo los ojos decepcionada.

— ¡Cómo te atreves a mirar aquí los documentos clasificados! ¡No puedes llevarte nada de aquí! ¡Vas a filtrar secretos comerciales! ¡Podría demandarte el resto de tu vida en la cárcel por divulgar a un importante cliente del hospital!

Aisha bajó la vista y siguió mirando los que aún no había tenido oportunidad de fotografiar, ¡sólo para darse cuenta de que el pie de página de este documento, en realidad, tenía unas cuantas líneas de código Morse!

— ¡Todavía lo estás mirando, lárgate de aquí! — el hombre de mediana edad arrastró apresuradamente a Aisha y la arrojó fuera de la puerta, cerrándola fuertemente.

Aisha fue arrojada al suelo.

— ¡Dame un momento honesto en tu puta habitación! 

— ¡Si no quieres que se filtren tus imágenes te tienes que largar de mi vista! — amenazó el hombre.

Aisha memorizó las líneas del código, las había aprendido en su clase en la universidad, tal vez este socio en particular era alguien que podía ayudarla.

Volvió a su habitación, cerró la puerta con llave y se apresuró a escribir la cadena de contraseñas en un papel.

— Gael Montecristo — habló descifrando el código morse — si mi abuelo dejó este nombre escrito de la forma que lo escribió es por algo. 

Aisha estaba pensando cuando su celular sonó, ella al ver la notificación se trataba de su calendario menstrual que le recordaba que estaba en su período de ovulación.

— ¡Por un demonio! Necesito una pastilla, no puedo y no quiero salir embarazada.

Aisha bajó para ir a la farmacia, ella no se podía permitir salir embarazada y se suponía que un doctor no debía cometer ese tipo de error. 

— ¿Qué crees que haces? — un mayordomo se encontraba en la puerta — quiero que te muevas, voy a salir.

— Lo lamento demasiado, señorita Martínez, tengo órdenes explícitas del señor Martínez que no la deje salir por ningún motivo y si es necesario ocupar la fuerza lo voy a hacer.

— Quiero que te ubiques, el empleado aquí eres tú y yo soy la única nieta del dueño de todo esto.

— Ya sé que el amo mayor falleció y no tengo que seguir sus órdenes, así que le voy a pedir que se vaya de regreso.

Aisha no tuvo más opción que irse, ella se encontraba pensando en una solución, era vital que tomará algún anticonceptivo.

<< ¿Y si llamo a la farmacia? No, no vaya a ser que el empleado revise el pedido, además se puede filtrar la información. ¡Ya sé! Mel ha tenido una vida desordenada en ese aspecto, si mi tío estuvo aquí, probablemente ella también lo estuvo y trajo sus cosas a la casa grande.>>

Ella entró a todas las habitaciones y finalmente dió con la recámara de su prima, revisó las cosas con cuidado y se encontró con varias pastillas para la mañana siguiente. Aisha las tomó sin fijarse siquiera en la fecha de caducidad ya que escuchó los pasos de los empleados.

— Señorita Martínez — el mayordomo la miró salir del cuarto de Mel — no tiene permitido entrar a esa habitación y a ninguna otra que no sea la suya.

— ¿O sea que estoy atrapada en mi propia casa? ¿Es eso lo que me quieres decir? — el tono autoritario de Aisha logró amedrentar al mayordomo — ¿Tengo que llamar a la policía para decir que me tienen retenida aquí en contra de mi propia voluntad?

— No es necesario llegar a esos extremos, por favor le pido que regrese a su cuarto y no salga de ahí.

— Voy a salir si a mí se me viene en gana, tú no eres quién para tenerme aquí retenida.

Aisha fue a su cuarto ya que no tenía intenciones de salir ese día, ella comenzó a investigar por el paradero de Gael Montecristo y finalmente encontró una dirección; para su mala suerte cuando iba de salida, su tío Antonio entró a su cuarto.

— ¿Acaso no te cansas de dar problemas? El mayordomo me ha dicho que has estado de necia queriendo salir.

— No sabía que aparte de asesino, te habías vuelto un secuestrador, estoy en una postura correcta al querer salir. Hasta donde sé, no me encuentro en la prisión.

— Escucha Aisha, no colmes mi paciencia, como malo puedo serlo y no quieres conocer esa versión de mí.

— ¿Qué? ¿Acaso me vas a asesinar a mí también?

Él intentó golpear a Aisha pero ella lo detuvo y lo empujó lejos, la mujer tomó un teaser que lo activó de inmediato y lo miró con valor.

— Créeme que no voy a dudar en usarlo si me vienes a molestar o a querer golpearme. No te pienso dejar las cosas tan fáciles para que lo sepas.

— ¿Por qué no me corres de la casa entonces? ¡Ah! Es cierto, tienes miedo de que comience a averiguar la forma de quitarte el mando del hospital.

— No quiero que andes empañando mi reputación diciendo que mate a mi padre, es por eso que prefiero tenerte en esta casa y mantenerte bajo la vigilancia de los criados.

— No estoy empañando nada y tampoco levantando falsos, lo sabes perfectamente. 

Antonio dejó a Aisha en su cuarto, ella al escuchar la cerradura dar la vuelta intentó jalar la perilla pero no tuvo éxito y al final se quedó encerrada en su cuarto.

— Que esa huérfana no salga del cuarto — Antonio tomó al mayordomo de la camisa — si lo hace, ten por seguro que voy a cortar tu cuello de lado a lado.

Antonio al día siguiente se fue a trabajar, Aisha que aún se encontraba prisionera en su cuarto se puso a pensar en una forma para salir y al ver la ventana supo que no había más opción. Ella con varias sábanas logró bajar por la terraza y aterrizó a salvo, fue a la amplia cochera y ahí miró su carro.

— Vamos, enciende — ella sacó la llave de repuesto debajo del asiento — no me falles.

El carro encendió después de intentar hacerlo varias veces, en el momento que el mayordomo escuchó el rugir del motor salió corriendo y miró a Aisha en el vehículo, intentó detenerla pero al final se arrojó a un lado ya que ella tenía todas las intenciones de atropellarlo.

Aisha llegó a la villa del misterioso inversor, las puertas fueron abiertas una vez que dijo quien era dándole la bienvenida de una manera calurosa. Un anciano salió a su encuentro, al verla sonrió con amabilidad y se acercó para abrazarla.

— Eres idéntica a tu madre, pero tienes los ojos de tu padre. Vamos pequeña, entra a casa.

Aisha entró y en todo momento fue respetuosa, ella se sentó una vez que le ofrecieron asiento y cruzó sus piernas con elegancia.

— Dime, ¿Qué haces aquí y cómo es que diste conmigo?

— Hola señor Montecristo, me encuentro aquí ya que estoy desesperada. Verá, mi abuelo falleció — ella miró como la noticia le afectó a él — por desgracia no pude hacer nada por él pero quiero hacer algo para salvar el hospital que con tanto esfuerzo levantó, si él dejó su nombre es por un motivo, mi tío se quiere adueñar de todo y estoy segura que el difunto no quiere que las cosas sean así.

— Me agradas jovencita, puedo ver que eres sincera en tus palabras y lamento mucho que Arturo falleciera. Nosotros éramos muy buenos amigos, con personalidades e intereses similares, ambos solíamos dirigir una empresa juntos, sin embargo teníamos diferentes ideas de inversión por lo que las discusiones eran con frecuencia, al final peleamos muy fuerte y a partir de ese momento no tuvimos contacto alguno; es lamentable saber que ahora él no se encuentra en este mundo y por tonterías no pude estar a su lado.

— Estoy segura que mi abuelo lo consideraba un buen amigo, de no ser así, jamás me hubiera dejado su nombre escrito en ese documento. 

— Por eso es que te voy a ayudar y te acogeré bajo mi seno protector, pero, hay una condición.

— ¿Cuál? Haré lo que sea.

— La condición es que te cases con mi nieto, una vez que el matrimonio se lleve a cabo voy a enviar a un abogado con plenos poderes para investigar la legalidad del proceso sucesorio de Antonio. Mi Alejandro es un buen hombre, quizás un poco frío porque creció sin el amor de sus padres, pero estoy seguro que tú podrás sacar su mejor versión…

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo