3: Amenazas

— ¿Cómo te atreves a calumniarme? Tú fuiste quien lo mató. Descuidaste tu deber y dejaste tu puesto sin permiso. Anoche no había ningún médico de cardiología como tú. ¿Vas a dejar operar a los estudiantes de medicina de guardia?

— ¡Pero fuiste tú quien no permitió a los médicos asistentes preparar el equipo!

— No seas una mentirosa, todos ellos eran competentes y me hicieron todos los preparativos pre quirúrgicos, y hay vídeos en el quirófano que lo demuestran. Y tú eres la única aquí que no es responsable de su trabajo, mi querida sobrina Aisha. Así que te informo ahora que estás despedida.

— ¡No puedes hacer esto!

— Claro que puedo, soy su único hijo y el decano en funciones, y tú solo eres una de los empleados que despedí.

— Realmente lo hiciste por esto. ¡Lo hiciste para quitarme el hospital! ¡Tú eres el que mató a mi abuelo!

— Querida sobrina, si sigues discutiendo, no sólo te despediré, sino que llevaré la cinta de tu escándalo sexual directamente a la organización de la reunión de los médicos, y tu carrera pronto será destruida por ti misma. Piénsalo antes de provocarme.

— No tienes idea todo lo que te aborrezco, tío, eres un ave de rapiña que estaba atenta a que el abuelo muriera para caer encima suyo, pero te voy a decir algo — alzó su dedo y lo agitó como amenaza — voy a llegar hasta las últimas consecuencias de esto e investigaré la muerte del abuelo, cortaré las cabezas que tenga que cortar con tal de hacer justicia.

Aisha se fue de ahí con el corazón roto, una vez que tuvo ropa decente fue a la morgue porque sabía bien que su abuelo estaba ahí.

— Doctora Martínez — el encargado me detuvo — lo lamento, no puede ver a su abuelo, son órdenes del vicepresidente.

— ¡¿Qué?! ¿Acaso esto es una jodida broma? Tengo todo el derecho del mundo a ver a mi abuelo, incluso si me han despedido.

— Por favor, tenga en consideración que si no le obedezco al vicepresidente no va a ser la única despedida el día de hoy.

— Ya lo has escuchado, sobrinita — mi tío caminó en mi dirección — ¿Acaso quieres que despida a este pobre hombre también? Recuerda que tiene una bebé que mantener.

— No puedo creer que cayeras tan bajo, pero ten por seguro que todo esto lo vas a pagar muy caro, el karma existe tío y va a llegar a ti cuando menos lo esperes.

— Uy que miedo, mira como tiemblo — él empezó a temblar para burlarse de su sobrina — no me asustas en absoluto, tú solo eres una tipa que no tiene poder absoluto y tampoco a alguien poderoso que la respalde, así que vete de aquí si no quieres que llame a seguridad para que te den tus cosas.

— ¿Qué es lo que sucede aquí? — Christopher se puso del lado de Aisha — ¿Qué haces aquí? ¿Cómo se encuentra el director?

— Mi abuelo murió — la desesperación en su voz fue grande y las lágrimas se deslizaron por su mejilla — ahora no me quieren ni siquiera dejar ver su cuerpo.

— No lo pueden hacer — él miró al doctor Ortega — sabe que ella tiene todo el derecho de ver al difunto director.

— ¿Y quién te has creído para darme órdenes? Te recuerdo que soy tu superior y si no quieres que te corra de aquí vas a obedecer.

— No… Yo no…

— Christopher, deja las cosas así, no quiero que te corran, ya suficiente es conmigo.

Un helicóptero sobrevolaba la ciudad y mostraba un sitio creciente en el que el hospital de la familia Martínez sobresalía por todo lo alto.

— Encuéntrame a la mujer que estuvo en el hospital anoche, y asegúrate de que sea rápido — el hombre habló al teléfono dando órdenes al asistente.

— ¡Sí!

— Además, siempre pensé que Antonio, el vicepresidente que fue ayer a negociar la adquisición del hospital, se comportaba un poco raro, y cuando le pedí detalles sobre la información del hospital. No me puedo creer que no supiera responder a ninguna. Si no está el director Arturo, habrá un problema para que sólo Antonio intervenga en la compra. Consigue un abogado y averigua qué está pasando.

— Sí, señor.

El hombre colgó el teléfono y se frotó la cabeza, nada más levantarse ayer de la mesa de negociación sintió que algo iba mal, pensó que le habían drogado, ya decía él que era demasiado imprudente negociar la venta del hospital después de que el director se viniera al suelo. 

De repente, la pantalla de su teléfono móvil se iluminó con un mensaje de texto desconocido:

“Señor, esperamos concluir la adquisición del hospital lo antes posible, espero que lo pasara bien anoche”.

El hombre se puso furioso al instante, odiaba que lo chantajearan y más de una forma tan abierta. 

<< Así que este infeliz me quiere chantajear de esta forma, va a tener serios problemas conmigo si piensa que me voy a dejar. Ni siquiera sabe en el sitio que se encuentra parado y menos la administración del hospital, a mala hora el director se enfermó.>> << Aún no me encuentro casado, pero si este escándalo resulta salir a flote probablemente me vea muy afectado, esa mujer también debe haber sido preparada por ese maldito de Antonio. ¡Demonios! No utilicé protección y si esa mujer está embarazada de mí, entonces esto no sería sólo una cuestión de dinero>>

— Escucha — él volvió a llamar a su asistente — necesito que encuentres a esa mujer con la que estuve anoche y cuando la tengas en tus manos quiero que la lleves a una clínica para que se haga una prueba de embarazo, no me importa si ella no quiere hacerla, es necesario.

— Muy bien señor, todo se hará como usted desea.

— Ella se llevó un reloj, trata de buscarla con eso. Es el que me obsequió mi abuelo en el último cumpleaños que tuve.

Aisha volvió a la oficina. Varios compañeros la señalaban, una  mujer la saludó y no era otra que Mel, la hijastra de su tío, que, con una sonrisa despectiva, se burló en voz alta.

— Prima Aisha, ¿De verdad has hecho algo así? ¿Ah, sí? Madre mía. Mi prima se hizo médico a los 25 y prostituta a los 26.

— Tú cállate, que no estás en condiciones de darme lecciones y haz lo tuyo. Te recuerdo que tú estás a mi cargo gracias al acuerdo especial que hice con mi tío.

— Prima Aisha, ¿Todavía crees que puedes ser mi jefa? Mi padre ya ha dicho que debido a la mala influencia que has tenido en el hospital, has sido destituida de tu puesto y ahora no eres empleada de este hospital, no tienes autoridad alguna. Para que veas que buena honda que soy, he empacado todas tus cosas para ti. Tómalas y deja esta oficina.

— ¡No me voy! ¿Quién eres tú para estar a cargo?

— Este hospital pertenece a mi padre, ¡Por supuesto que estoy a cargo!

— ¡Este hospital era de mi abuelo! Pertenecía a la familia Martínez, tú no tienes sangre alguna de dicha familia, así que aunque este destituida de mi puesto, sigo siendo más que tú.

— Lo siento, pero tu abuelo ha muerto, mi padre ha accedido a que nos cambiemos el apellido a Martínez, ¡Y pronto nos mudaremos a la mansión Martínez y tendrás que marcharte!

Cuanto más oía Aisha más se equivocaba, el abuelo no podía haberle dado toda la gestión solo al tío Antonio, a él le quedaban muchos socios y ella ahora estaba desesperada por ir a ver a esas personas y preguntarles.

Llegó a casa y se metió en el estudio del abuelo y empezó a buscar los datos de contacto de esas personas una a una, pero entonces se fijó en los nombres. Todos eran muy viejos, a muchos los había visto de niña. Algunas de estas personas se habían mudado al extranjero, otras ni siquiera tenían número de teléfono, y algunas sólo tenían un nombre y probablemente ya no vivían.

El tío Antonio apareció de repente en el estudio a una hora desconocida.

—  ¿Qué haces? No te bastó con ver muerto a tu abuelo, ¿Ahora estás aquí destruyendo sus reliquias? — dice Antonio y se acerca al escritorio.

—  ¿Qué te importa? ¿Acaso tienes miedo de que descubra algo que arruine tus planes? Nadie me saca de la cabeza que estás detrás de la muerte del abuelo, no pienso desistir hasta que la verdad salga a la luz.

— Esta casa ahora es mi propiedad, ¡ahora lárgate de esta habitación! Quitarte de tu puesto no te hace aprender la lección, ¡Perra desconsolada! — dice el hombre mientras se adelanta para arrastrar a Aisha fuera de la habitación, que olvidó cerrar con llave.

Él no se había dado cuenta que la chica delante de él era bastante lista, no dudo en venir a buscar pruebas sobre la herencia para encontrar algo en su contra.

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