Alejandro recogió todo lo que Aisha había dejado en la mesita y después llegó con toallas húmedas para que pudiera limpiarse.
— Tengo que ir al baño — ella se levantó y se sorprendió en el momento que Alejandro la alzó en sus brazos — ¿Qué haces?
— Te estoy llevando al baño, recuerda que tienes el tobillo lastimado por mi culpa y debes de mantenerlo en reposo.
Alejandro le ayudó a Aisha a ir al baño, incluso le dió privacidad y cuando ella finalizó regresó a la cama de la misma forma.
— Bien — él bostezo — es hora de dormir, que descanses amor.
Aisha despertó lentamente, sintiéndose acogida por los cálidos rayos del sol que se filtraban a través de las cortinas. Al abrir los ojos, su mirada se posó automáticamente en Alejandro, quien dormía pacíficamente a su lado. Admiró la serenidad que se reflejaba en su rostro y cómo su respiración tranquila le recordaba que estaban juntos, compartiendo cada instante de sus vidas. Una sonrisa se dibujó en sus labios al darse cuenta de la dicha que