160. La realidad Expuesta
El murmullo del salón me envuelve como una corriente suave, pero la atención de Adrian Cole está fija en mí, como si el resto de invitados no existiera.
—Una mujer tan increíble y tan hermosa no es fácil de encontrar —dice con esa sonrisa confiada.
Yo sonrío apenas, más por cortesía que por agrado, pero antes de poder replicar, noto la quietud de Gabriel a mi lado. Su brazo aún rodea mi cintura, firme, protector sin decirlo.
—Adrian —interviene Gabriel con una frialdad calculada, como si sus palabras fueran hielo—, estoy seguro de que Miriam ya está acostumbrada a escuchar comentarios así.
Adrian me dedica otra mirada descaradamente apreciativa, ignorando la tensión evidente.
—¿Acostumbrada? Lo dudo. La mayoría de los hombres se intimidan frente a una mujer tan brillante. Alguien como ella jamás debería pasar desapercibida…, estoy seguro de que todos en este salón piensan lo mismo —dice, guiñándome un ojo con descaro, como si buscara complicidad.
Me incomoda. Siento el calor en