—Bien —acepté mirando a Alicia—. Alicia, nos vamos.
Alicia pareció notar de repente mi mal semblante y miró instintiva hacia arriba, tal vez preguntándose qué había hablado con Gabriel. No insistió en que nos quedáramos —Tengan cuidado en el camino.
Sergio y yo nos fuimos. Cuando subimos al auto y estaba por arrancar, él me detuvo —¿Qué pasó?
—Nada, hablamos de mis padres —no le oculté nada a Sergio.
—¿Le preguntaste sobre el accidente? —adivinó de inmediato.
Sonreí con cierta ironía —Por tu influencia, quise aclarar las cosas.
—¿Y qué averiguaste? —volvió a preguntar.
Pensando en las palabras de Gabriel, arranqué el auto, pisé el acelerador a fondo y le respondí —Fue solo un accidente.
Mientras salíamos de la propiedad de los Jiménez, agregué —Hay informes periciales con respecto a la escena.
Sergio no dijo más. Mientras regresábamos, ya era de noche y las luces brillaban por toda la ciudad, especialmente en la zona peatonal, donde el tráfico empezaba a congestionarse un poco.
—¿Has c