Resulta que Dylan me invitó a comer, algo que Sergio ya me había susurrado al oído mientras me hacían los análisis de sangre.
Pensé por un momento que solo lo había dicho para distraerme, pero resultó ser cierto.
—¿Dylan? —preguntó Sergio directamente.
—Sí —lo miré—. Sergio, ¿fuiste tú quien le pidió a Dylan que me invitara?
Siendo él el jefe de Dylan, una simple palabra suya bastaría para que Dylan obedeciera sin chistar.
Sergio se quedó callado —No.
Me reí con sarcasmo, tomando su negativa como un intento de ocultar su posición.
—Él me lo dijo con anticipación —explicó Sergio.
¿Pero eso sería verdad?
No tenía ganas de adivinar, y cuando te invitan a comer, ¿por qué rechazarlo? Así que moví con agrado los labios y pregunté —Ya acepté, ¿irás tú también?
—Sí —otra vez esa única palabra; si alguien hiciera un análisis de su sistema lingüístico, esta sería sin duda alguna la palabra más frecuente.
Aunque añadió —No acostumbro a dejar que mi novia coma a solas con otros hombres.
Ahí estaba