Mis elogios eran de por si sinceros. Aun yo siendo una novata en el tema, había entendido perfectamente y aprendido sobre las maravillas y grandeza de la medicina moderna a través de su explicación.
—¿Qué te ocurre? Pareces agotada, como si hubieras estado haciendo travesuras —Paula ignoró mi comentario y notó mi estado.
Como era de esperar de una ginecóloga, tenía ojo clínico. No solo notó mi estado, sino que adivinó la causa.
Torcí los labios:
—Estoy un poco exhausta.
Paula abrió los ojos:
—¿Lo hiciste? ¿Con quién?
Miré alrededor, comprobando que no hubiera nadie cerca, y me mordí el labio:
—¿Tú qué crees que con quién?
Paula me estudió unos segundos:
—¿Sergio?
Mi silencio fue suficiente respuesta. Paula asintió y luego negó con la cabeza:
—Increíble. Carlos estuvo contigo diez años y no lo logró, y Sergio llegó después y fue el primero.
—¿Cómo fue? ¿Lo forzaste tú? —Paula me sobreestimaba.
Tosí suavemente:
—Fue mutuo.
Paula sonrió burlonamente.
La miré mal:
—¿De qué te andas riendo?