74. Conociendo la mansión Diamond
Creí que sería lindo darle alas de esperanza a mis sueños; lo que no sabía era que, con esas mismas alas, mis sueños podrían salir volando y perderse de mí. Cuando los vuelva a atrapar, me aseguraré de encerrarlos en una jaula.
Tras mi desgarradora charla con Jennifer, regresamos a la sala de la casa. Marisol está sentada frente al televisor, absorta en la pantalla, mientras Sebastián permanece a su lado, aparentemente igual de concentrado. Necesito hablar con ella, pero antes debo reunir todas mis fuerzas y aparentar fortaleza, aunque por dentro me sienta completamente rota.
Respiro profundamente, tratando de calmar mi agitada mente, y camino hacia ella. Me agacho frente a la pequeña, asegurándome de mirarla a los ojos para captar toda su atención.
—Pequeña, voy a llevarte a la casa de tu abuelito Frank. Necesito que te quedes un tiempo por allá —le digo con la voz más firme y serena que puedo lograr.
Marisol ladea la cabeza y me mira con esa inocencia que siempre logra tocar mi coraz