57. Mujer de armas tomar
Jamás había visto un arma de fuego tan de cerca. Por primera vez siento el pesado calibre sobre las palmas de mis manos; el frio del hierro me ha paralizado de tal forma que no me permite sostenerla con la seguridad requerida. Mis dedos tiemblan, incapaces de aferrarse con firmeza al arma, entumecidos por el pánico que siento. No sé nada de pistolas; ni siquiera puedo identificar qué modelo es o si está lista para disparar. Lo único que entiendo es que las balas salen por el agujero de enfrente y que hay un gatillo que debo presionar para usarlas. Pero ¿qué más se supone que debo hacer?
Jamás había tenido un arma de fuego tan cerca, y mucho menos sostenido una. El peso del metal frío en mis manos me resulta aterrador, como si cargara un objeto prohibido que no debería pertenecerme. Mis dedos tiemblan, incapaces de aferrarse con firmeza al arma, entumecidos por el pánico que me invade. No sé nada de pistolas; ni siquiera puedo identificar qué modelo es o si está lista para disparar. Lo