Capítulo 3: Un Pequeño Respiro
Como Elena necesitaba cuidados después de sufrir un aborto, Antonio no regreso a la casa por una semana porque se quedó en el hospital cuidándola.
Fue el tiempo justo y necesario para que Erika se recuperara.
Obviamente que en su ausencia, ella se atendió sola y busco sus propios alimentos, porque en esa casa le negaron el paso a la cocina e incluso ella debía comprar sus propias cosas porque no tenía permitido tomar o usar algo de esa casa.
Sin un marido al cual atender, ella aprovechó para regresar a su antiguo hogar cuando sus heridas dejaron de doler.
Al llegar a su antiguo hogar, todos los vecinos le saludaron de forma animada.
- Erika – justo cuando estaba por ingresar a un edificio de departamentos vio a una castaña acercarse a su encuentro.
- Camila – una gran sonrisa se dibujó a sus labios y abrió sus brazos para abrazarla.
- Amiga, que milagro pensé que ya no te vería porque debía estar de luna de… ¡AH! ¿Qué te pasó? – preguntó preocupada al ver que tenía algunos moretones en su rostro.
- Ah… esto, olvídalo – dijo haciendo una mueca.
- No… ¿Cómo que olvídalo? Esto fue obra de ese animal ¿cierto?
- Hm… pero déjalo.
- Tch… ¿Cómo que déjalo? Ash… ese maldito imbécil e ingrato me va a escuchar – se quejó arremangando sus mangas.
- Ya mejor deja ese tema de lado.
- Pero…
- Tranquila amiga, todo esto es algo temporal ah…
- ¿Temporal?
- Yo sola me entiendo, pero… mejor dime ¿Cómo has estado? ¿Cómo te fue en el ayuntamiento, te dieron los permisos?
- Aja, gracias a tu asesoría lo conseguí – declaró emocionada dando saltitos – e igual gracias al dinero que me prestaste logré completar el pago y ya tengo mi carrito de comida.
- ¿En serio? ¿Si te lo vendió el señor Pérez?
- Si y lo mejor es que como le di todo el pagó sin regatear me dijo que le sacara la antigua pintura sin costo – mencionó emocionada.
- Felicidades amiga.
- Y todo gracias a ti, amiga, por motivarme a seguir mi sueño – mencionó ella volviendo a abrazarla – y te juro, hoy es un carrito de comida y mañana un restaurante de lujo – declaró alzando su puño al cielo.
- En ese caso en un futuro espero una mesa vip a mi nombre en ese restaurante.
- Obvi amiga – dijo con una gran sonrisa – siempre existirá una reserva para la mejor amiga y abogada del mundo.
- ¡Erika! – en eso las amigas detuvieron sus risas al escuchar esa voz infantil.
Al girarse, la nombrada sonrió al ver a un pequeño correr hasta ella para abrazarla de las piernas.
- Kevin – dijo la pelinegra hincándose para abrazar al pequeño – wa… has crecido mucho.
- Hm… he estado comiendo mis verduras como me dijiste.
- Eso es genial.
- Las recetas de la señorita Camila ayudaron.
- Te dije, es la magia de los aderezos para que las verduras no sepan fuchi - habló haciendo una mueca haciendo reír al menor.
- Erika – en eso una mujer se acercó a ellos.
- Mami – el menor se giró para abrazarla con una gran sonrisa.
- Señora Lila – saludó Erika - ¿Cómo está?
- Muy bien gracias a ti.
- ¿Su ex esposo ha estado pagando a tiempo?
- Hm… después de esa amenaza que le diste en la corte, ahora paga puntual y la cantidad completa.
- Jeje es lo mínimo que puede hacer, ya que Kevin es su hijo y al menos, debe mantenerlo económicamente hasta que termine sus estudios.
- Gracias Erika – dijo el menor – y sabes, juro que sacaré buenas notas para convertirme en un gran abogado como tú y así poder ayudar a muchas personas.
- Sé que lo conseguirás Kevin – indicó la pelinegra acariciando los cabellos del menor.
Sinceramente estar entre sus verdaderos amigos le agradaba, era lo que necesitaba en esos momentos después de los golpes, insultos y la fría indiferencia de quienes la rodeaban en esa casa.
- Bueno hijo despídete porque debemos ir a casa para hacer la comida y tú, la tarea.
- Si, nos vemos – mencionó el menor sonriendo mientras movía su mano de un lado a otro antes de seguir a su mamá para regresar a su casa.
- Bye, bye – dijo Camila, donde ambas amigas se despidieron de ellos – que niño más lindo.
- Hm… ah… al menos ese niño se convertirá en un hombre hecho y derecho – indicó Erika al ver a madre e hijo alejarse - o al menos eso deseo.
- Lo dices por el idiota de Antonio.
- Sí y por mi padre, que no dejo de hacer estupidez tras otra y sigo pagando los platos rotos pese a que ya no está en este mundo – declaró Erika haciendo una mueca.
- Eh… espera ¿Por qué dices eso?
- Nada, cosas mías – mencionó ella dejando escapar un suspiro.
- Por cierto, aprovechando que al fin puedo verte dime algo ¿es verdad?
- ¿Qué cosa?
- El rumor del accidente de tu boda.
- Si, es real.
- ¿Y en verdad estaba embarazada?
- No, fue su cuento – declaró frunciendo el ceño.
- ¿Qué tan segura estás?
- Míralo tú misma – indicó mostrándole el mensaje que recibió – lo más seguro es que fue un circo que ella y mi querida madre planearon para arruinar la boda.
- Malditas… después de todo lo que hicisteis por ellas.
- Ya ni me lo recuerdes, al menos esto será lo último que hago para ayudarlas.
- Bueno, mejor olvidemos este tema y vamos por un cafecito para charlar un poco y me ayudas en mis planes para el puesto de comida y…
Justo en eso un auto deportivo se frenó de golpe junto a ellas.
De ese vehículo bajó Antonio, quien se notaba furioso y caminaba hacia Erika.
- Así que aquí estabas perra – dijo caminando hacia ellas.
- ¿A quién le llamas perra? – se quejó Camila.
- Tú no te metas bruja y tú… – habló mirando con odio a Erika – tú vienes conmigo para disculparte con Elena – declaró tomando con fuerza el brazo de la pelinegra.
- Suéltala – se quejó Camila tratando de salvar a su amiga.
- ¡NO te metas! – dijo alzando su puño para golpearla, asustando a la castaña.
Erika le hizo unas señas a su amiga para que no lo provocara y con eso termino siendo metida con fuerza al vehículo.
“Luego te cuento” – dijo Erika moviendo sus labios para calmar la angustia de su amiga.
Con eso los recién casados se fueron deprisa.
Durante el trayecto, ella vio de reojo al pelinegro que estaba concentrado en el camino.
Cuando el vehículo se detuvo por culpa de un semáforo en rojo, Antonio miró a Erika mientras fruncía el ceño.
- ¿Y QUIEN TE DIJO QUE PODÍAS SALIR? ¡AH!
- Me aburría en casa.
- ¡QUE!
- No voy a estar encerrada en casa, obviamente debo salir a trabajar.
- Ja… eso es gracioso, si tú eres una maldita ignorante que ni siquiera cursó la secundaria.
- … - Erika solo guardó silencio ante ese comentario.
- Vaya, al fin actúas como una mujer y te has quedado callada – opinó con burla mientras ponía de nuevo en marcha el vehículo – a partir de ahora vas a limpiar la casa y como compensación por tu acciones crueles, Elena y tu madre van a vivir con nosotros en la villa.
- ¡QUE! – se quejó ella.
- Y más te vale no quejarte o si no – declaró alzando uno de sus puños a modo de amenaza.
- ¿Y tú querida madre está de acuerdo en eso? – preguntó divertida notando que su querido esposo le dedicaba una mirada llena de odio mientras comenzaba murmurar insultos.
“Tal vez esta noche me vuelva a golpear, pero al menos evitare que esas traidoras ingresen a la casa porque una cosa es soportar a Antonio y otra es seguir siendo la criada de esas ingratas”