Capítulo 2: Luna de Hiel
- ¡Elena! – fue el grito desgarrador que rompió la armonía superficial de la boda.
Antonio se horrorizó al ver que la rubia estaba herida.
Rápidamente se acercó para girarla y ver como estaba, notando que de su entrepierna nacía la gran mancha de sangre, la cual ya había manchado el suelo del altar.
- ESTA SUFRIENDO UN ABORTO, NOOOO – gritó una mujer mayor – NOOOO MI HIJA, ANTONIO POR FAVOR AYUDALA, ALGUIEN… QUE ALGUIEN HAGA ALGO.
- Tranquila suegra – declaró Antonio sacando su celular.
- Hijo ya llame a la ambulancia.
- Gracias mamá – dijo cargando con cuidado a la rubia al estilo princesa – los esperare en la entrada y tú… - habló mirando con odio a su esposa - luego saldare cuentas contigo.
Erika no dijo nada y solo vio la espalda de su “esposo” alejarse rápidamente con su hermana entre sus brazos, jurando que la vio abrir sus ojos y dedicarle una sonrisa burlona.
- MALDITA – en eso recibió una fuerte bofetada que le hizo girar la cara – si algo malo le pasa a tu hermana, JURO QUE NUNCA TE LO PERDONARE – gritó corriendo detrás de Antonio.
Erika apretó con fuerza los puños, ya que su madre siempre había sido así: prefiriendo a Elena sobre ella.
Obviamente con la partida del novio, los demás invitados se fueron retirando en silencio para regresar a sus hogares porque la fiesta había llegado a su abrupto final.
- Eres una inútil – en eso vio que su suegra se acercó y le dio una bofetada en la misma mejilla que golpeó su madre – eres una inepta se supone me ayudarías para que se alejara de la zorra de tu hermana, pero resulta que ni para eso sirves.
- Yo no la empuje.
- No me importa si la empujaste o se cayó… Antonio se fue con ella ¿o no?
- …
- Pendeja, espero que resuelvas esta situación o te atenderás a las consecuencias - declaró la mayor alejándose para salir de la iglesia.
- Ah… - ella dejó escapar un suspiro llevando su mano a su mejilla adolorida – bueno Erika, bienvenida a tu infierno llamado familia Estrada.
En eso bajó su mirada a su mano donde estaba su supuesto anillo de matrimonio, el cual ya le estaba cortando la circulación por lo que se lo quitó.
Al analizarlo con cuidado vio que había un grabado en el interior de este.
Te Amo Elena.
- Estúpido – dijo apretando con fuerza la joya antes de dejar escapar un suspiro – algo me dice que este vestido de pésimo gusto igual lo eligió ella… en fin… 3 años pasan volando.
Con eso en mente se giró y colocó su ramo de flores a la figura de la virgen.
Tras dar una oración salió de la iglesia para tomar un taxi rumbo a la que sería su nueva casa.
Cuando llegó a la gran villa, la cual sería su nueva casa, noto que todo el personal la ignoraba.
Pero no le tomó importancia, porque ya se imaginaba que algo así pasaría por lo que con calma subió las escaleras y se encerró en la que sería su habitación.
Al prender las luces vio que todas sus pertenencias estaban esparcidas en el suelo y juraba que algunas ya estaban rotas.
- Se nota el gran tacto de los trabajadores – susurró haciendo una mueca mientras buscaba sacarse el vestido, el cual se lo colocaron a la fuerza… porque era obvio que toda la organización de la boda fue hecha por y para su hermana, Elena.
Justo cuando terminó de cambiarse la puerta de su habitación se abrió de golpe.
Lamentablemente no pudo reaccionar con rapidez porque de un momento a otro recibió un puñetazo en la cara que la derribó al suelo.
- MALDITA PUTA, ¡MATASTE A MI HIJO! – gritó Antonio, quien se miraba algo desaliñado y estaba rechinando los dientes.
- ¿De qué estás hablando? – preguntó confundida Erika mientras sujetaba con fuerza su mejilla lastimada.
- TIRASTE DE LAS ESCALERAS A ELENA Y AHORA POR TU MALDITA CULPA, MI HIJO ESTÁ MUERTO.
- ¿Estaba embarazada? – preguntó confundida – si ayer estaba bebiendo como loca, así que dudo que en verdad estuviera embarazada y…
- CALLATE, NO MIENTAS – habló interrumpiendo sus palabras - ahora vas a pagar por la vida que se perdió – declaró alzando su pierna listo para patearla.
- ¿Y cómo sabes que ese bebe era tuyo?
- ¿Qué…? – él detuvo sus movimientos al escuchar esas palabras.
- No eras el único en la vida de Elena y… ¡ah! – sus palabras se cortaron porque él la pateó en su brazo.
- ELLA ES EL AMOR DE MI VIDA Y TÚ ERES LA MALDITA PUTA QUE SE INTERPUSO EN MI FELICIDAD – declaró acercándose para sujetarla de sus cabellos – y te juro que hare que vivas un infierno a partir de ahora.
- ¿Qué no ya lo estaba viviendo al ponerle el anillo de ella?
- … - él estaba furioso y simplemente alzó los puños para comenzar a golpear sin parar el cuerpo de la pelinegra mientras la insultaba y maldecía.
Por mucho que quiso protegerse, Erika terminó muy golpeada y por suerte no fue asesinada en su noche de bodas porque varios sirvientes ingresaron a la habitación para detener a su jefe, porque de seguir así los vecinos podrían llamar a la policía y acabaría en prisión.
De forma discreta se llamó a un doctor para “curar” las heridas de la señora, aunque solo la atendieron de mala gana y la curaron de forma superficial.
- Bien ahora escúchenme, QUIEN AYUDE A ESTA PUTA SERÁ DESPEDIDO – declaró furioso mirando a todo el personal de la villa.
- … - Erika estaba acostada en la cama escuchando sus palabras.
“Y así comienza el infierno… tranquila Erika, solo serán 3 años” – pensó con tristeza mientras enviaba un mensaje de texto para luego apagar ese celular.
Justo cuando se acomodaba en la cama tras esconder ese celular, Antonio fue a verla.
Al notar que estaba acostada en la cama, se enojó.
- ¿Y TÚ QUÉ CHINGADOS ESPERAS? ¡AH!
- … - ella solo lo miro a los ojos - ¿espero que?
- Debes empezar a limpiar la casa, cocinar… hacer lo que cualquier vieja hace en su rol de ama de casa y me vale que estés herida, porque esas heridas te las provocaste tú sola.
- … - ella arqueó una ceja al escucharlo hablar de esa forma tan descarada.
Por suerte, la discusión se terminó de forma abrupta cuando un sirviente llegó y le informó que la señorita Elena se había despertado y estaba pidiendo verlo.
- Preparen el auto y tú… esto no ha terminado – declaró mirando con odio a la pelinegra antes de desaparecer de su vista.
- … - Erika vio que todos los sirvientes siguieron a Antonio y nadie la miró a ver.
- Ja… patéticos perros falderos – mencionó con amargura al ver que nadie se preocupó por ella.
Con cuidado bajó de la cama y salió de esa casa para ir al hospital.
Obviamente busco ir a uno lejano para no encontrarse con Antonio y con Elena por error o casualidad.
Al recibir el tratamiento, mintió diciendo que un imbécil la atropelló, pero se escapó y no se hizo cargo de sus acciones.
El médico solo hizo una mueca ante la obvia mentira, porque en la espalda de la chica había marca de puños… pero respeto su decisión de no decir la verdad y solo se limitó a curarla.
Al terminar de atenderla, le entregó una receta para aliviar sus dolores y algunas recomendaciones para cuidar su salud.
Justo cuando ella salía del hospital, le llegó un mensaje de texto.
“Parece que tu luna de miel se arruinó y todo gracias a un vestido personalizado con bolsas de sangre incluidas en su diseño”