Capítulo 122: Un Inicio
Curiosamente Paola sintió que esa tarde fue la mejor terapia que había tenido en toda su vida.
Ya que siguió golpeando sin parar a ese verdugo hasta cansarse e igual grito liberando su frustración y dolor.
Pero lo que más le reconfortó fue ver que todos los que estaban a su lado no la observaban con ojos llenos de compasión o pena… al contrario solo le preguntaron si deseaba tomar un descanso o seguir golpeando a ese miserable.
Paola por alguna razón después de golpearlo hasta el cansancio se sintió más ligera, hasta uno de los guardias se acercaron para ofrecerle una toalla para secar su sudor y un vaso de agua.
- Ahora si te vez más viva – indicó Santiago.
- Muchas gracias por esto abuelito Santiago e igual gracias a ti, Erika.
La pelinegra sonrió y se paró para ayudar a la castaña para mostrarle otras técnicas de como golpear a ese miserable con el látigo para crear más dolor.
Estuvieron así hasta la tarde.
Obviamente esa fue una terapia no autorizada por el