Capítulo 22. El Gran Día.
El sol se coló por las gruesas cortinas de seda, anunciando un día que la alta sociedad de Hollywood recordaría como la «Boda del Siglo». Para Maya Santos, ese día sería el de su propia ejecución emocional.
Se revolvió en la cama, sintiendo el suave colchón como una trampa. Las duras palabras de Elliot resonaban en su mente: «Jamás nos enamoraríamos el uno del otro».
Irónicamente, cada vez que recordaba su voz firme, el nudo en su estómago se apretaba más y la rabia que había sentido el día anterior se transformaba en algo parecido a la pena. ¿Era posible que ya estuviera perdiendo la cabeza por ese hombre?
La suite bullía de actividad. Kendra, la maquilladora, con sus manos expertas y su risa contagiosa, mezclaba sombras. Olivia, la novia de Bruno, una mujer práctica y organizada, revisaba cada detalle del vestido y el velo. Ambas, ajenas a la farsa, parloteaban emocionadas.
—¡Ay, Maya! Estás radiante —exclamó Kendra mientras le aplicaba una sombra de color champán en los párpados. —