Capítulo 5

Eran las ocho de la mañana y aún no podía dormir. Pasé toda la noche pensando en todo lo que estaba pasando en mi vida. Y cuando aún estaba dándole vueltas a todo llegó Cristian. Simulé estar dormida. No tenía ganas de seguir discutiendo con él. Y tampoco quería verlo. Me nombró suavemente, pero, yo no abrí los ojos. Luego se duchó, desayunó y se fue a su consulta médica.

Me levanté a las nueve. Mucho más temprano de lo que habitualmente dejo la cama. Fui a la cocina por un café cargado. Ana al verme me dijo que ella me lo llevaría al comedor. Y con tono entusiasta me avisó que tenía una sorpresa ahí. Me encontré con un enorme ramo de rosas rojas con una tarjeta que decía un escueto “Perdón, no volverá a pasar”. Aparte de las flores había una bolsa de papel de una importante perfumería. En ella había una botella de un perfume carísimo.

La empleada llevó el café y me ofreció desayuno. Le indiqué que lo tomaría a la hora habitual. Le pedí que pusiera las rosas en un florero y que guardara el perfume junto a los otros que tengo. Ella manifestó que le encantaría recibir esas atenciones de su esposo. Estaba más entusiasmada que yo con los regalos. Yo lo tomé como un intento falso de pedir perdón por parte de mi cónyuge. No creía que Cristian estuviese realmente arrepentido. Para mí, era solo una actuación para evitarse problemas.

Me volví a acostar y traté de leer, sin embargo, mi cabeza estaba colmada de pensamientos que iban y venían. Al poco rato me llamó Cristian indicando que quería almorzar conmigo. Yo me negué y le manifesté que aún estaba muy molesta. Me preguntó que quería para calmarme. Respondí que deseaba el divorcio. Él me dijo que yo ya conocía la respuesta y luego se despidió rápidamente. Luego me mandó un mensaje privado señalando que no iba a cerrar las cuentas bancarias bipersonales y que seguiría recibiendo mi mesada mensual. Creo que piensa que yo soy muy superficial y eso me irrita más.

A las once de la mañana entré al baño a ducharme. Cuando salí y revisé mi móvil me encontré con un mensaje de Marión, en el cual, me amenazaba con contarle todo a mi cónyuge. También, me decía que yo podía comprar su silencio.  Antes de responder le escribí a Eduardo contándole lo del mensaje de mi compañera de trabajo y de estudio. Él me sugirió que no le respondiera aún para poder encontrar una solución. Quedamos de hablar a la hora de almuerzo.

Después de esto comencé con un dolor tremendo de cabeza. Pese a tomarme dos Paracetamol seguí con el malestar. Eran muchas cosas que estaban pasando y yo no sabía cómo lidiar con todo. Salí temprano del departamento. Estaba ansiosa por ver que solución había encontrado Eduardo. Al verme llegar me abrazó y me dio un beso apasionado. Me ofreció Champagne. No acepté indicando que me dolía mucho la cabeza. Le pedí agua, la cual, tomé rápidamente.

Me indicó que había hablado con su abogado. Obviamente, no le dijo quién era su amante. El profesional señaló que la mejor salida que yo tenía era que dejase de trabajar en el cabaret y que cambiara el horario de estudios para no toparme con Marión. A Eduardo le preocupaba que fuese a necesitar el dinero que ganaba por bailar. Le dije que no se preocupara que mi esposo era médico. Agregué que encontraba muy acertada la solución dada por el abogado y que iba a acatar lo indicado por él. Con Eduardo acordamos seguir viéndonos en su departamento a la hora de almuerzo.

No le respondí el mensaje a Marión. Fui a hablar directamente con ella en el cabaret. Le advertí que si seguía amenazándome iba a tomar medidas legales contra ella. También, le indiqué que ya no iba a trabajar más en ese lugar. Me pidió que no tomara ninguna acción contra ella. Se comprometió a no seguir molestando. Luego me despedí de todo el personal y de mis compañeras. Subí al auto. Ahí bloqueé el número de teléfono de Marión y luego comencé a manejar rumbo a la academia. No tuve problema alguno para realizar el cambio de horario. Y quedó pactado que me uniría al grupo de estudio que comenzaba las clases a las tres de la tarde de lunes a viernes.

Donde me dolía la cabeza no participé en la clase de ese día. Cuando llegué a mi casa tomé un tranquilizante para tratar de dormir. Esperaba que durmiendo se me quitara la jaqueca. Dormí tres horas. El dolor había disminuido, pero, no se había ido del todo. Tomé nuevamente un Paracetamol y seguí recostada tratando de no pensar en nada.

A las siete de la tarde llegó mi esposo. La empleada le comunicó que yo estaba con jaqueca. Él me fue a ver al dormitorio. Antes que dijese nada le manifesté que no quería discutir. Cristian respondió que su intención no era pelear conmigo. Manifestó que quería llegar a un punto de acuerdo. Tras conversar un buen rato acordamos que yo seguiría estudiando en la academia de danza moderna, pero, que dedicaría menos horas a estudiar. Yo le comenté que ya había cambiado el horario y que ahora antes de la hora del té ya estaría en nuestro hogar. Eso lo dejó conforme.

Entre los medicamentos y el haber llegado a un acuerdo con mi esposo hicieron que se me quitara el dolor de cabeza. Así que cené junto a mi cónyuge y aproveché de agradecer las rosas y el perfume. Él se mostró amable a la hora de pedir disculpas, sin embargo, yo sabía que era solo una careta. Al igual que Marión, él temía las acciones judiciales que yo podía tomar. Y a un médico de renombre como él no le conviene tener líos con la justicia. Menos por maltrato a su esposa.

Cuando nos acostamos quiso tener sexo conmigo. Me justifiqué con que aún no me sentía bien. Él no insistió. Mientras me quedaba dormida pensaba en Marión. Temía que sus dichos solo fueran una estrategia para evitar los problemas legales. Me angustiaba pensar que fuera donde mi marido y le pidiera dinero a cambio de información sobre mí. Cristian siempre ha vivido de las apariencias, por lo que, me mataría si se entera que bailé durante un tiempo en un tugurio.  Así que me propuse no hacer más tonterías y ser muy prudente en la relación que mantengo con mi cuñado. 

(Registro Safe Creative: 2404097600262)

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