Kiara salió del ascensor y se dirigió al auto que los llevaría hacia la mansión de su familia. Su madre y padre hablaban sobre la unión de las dos familias, de lo beneficioso que era que su hija estuviera casada con el hombre más cotizado de los Villarreal y que todo hubiera salido a la perfección. Kiara se sentía como una mercancía que se estaba intercambiando, y eso hizo que el camino a casa se hiciera más largo. Ni siquiera le preguntaron a ella cómo estaba, nada, solamente hablaban de Cloe con orgullo.
Al llegar a la mansión, Kiara bajó rápidamente del auto, no quería escucharlos más, necesitaba buscar a Lia y saber que ella estuviera bien. —¡Kiara!— Su padre la llamó con autoridad. Ella tuvo que detenerse. —Ven aquí, jovencita— le ordenó, y ella con impotencia se acercó a él, ya estaban en la sala principal.
—¿Qué deseas, padre? —preguntó Kiara.
—¡Mírame a los ojos! —fue su orden, y Samantha estaba al lado de su esposo. Kiara se sintió humillada. Aun así, alzó su mirada y lo