DEVAN
Simplemente no puedo creer lo que me pide nuestro guía, el beta Aitan.—¿Eso fue exactamente lo que dijo tu Alfa? —le pregunto nuevamente, con el ceño fruncido y el pulso acelerado.Aitan asiente, sin inmutarse.—Sí, señor Consorte. La Alfa pidió que lo guiemos a sus deberes. Específicamente ella así lo dispuso.“Señor Consorte”.No importa cuántas veces lo escuche, todavía se siente ajeno. Extraño. Como si no me perteneciera del todo. Como si le perteneciera a ella... pero de una forma que aún no comprendo del todo.—¿Y por qué yo? —insisto, aunque sé que la respuesta no cambiará nada.Aitan me mira con la misma paciencia con la que uno mira a un cachorro testarudo.—Porque usted es el primero que ella marcó. Y porque confía en usted. Las palabras exactas fueron: “Solo Devan sabrá cómo hacerlo perfectamente.”Aprieto la mandíbula. Una ráfaga de calor me recorre la columna, mezclando org