11 “El Señor Árabe”
CAMIL DE LA FUENTE
Después de que Marta se fue, me quede pensativa y distraída. Aunque estaba clara que no me podía dar ese lujo. Mi hija estaba en casa y me abordaba con una pregunta nueva cada día segundos.
Emira definitivamente era una niña demasiado despierta.
—Mami…— llamó desde su habitación y le respondí enseguida.
—Si bebé…
—¿Puedes venir, por favor?—insistió y fui por ella. Me recosté al umbral de la puerta y la mire con todo el amor del mundo. Emira era la mejor parte de mi vida, la mejor parte de mi.
—¿Pasa algo bebé?— pregunté suavemente.
—Estaba pensando mami… — casi balbuceó, y Emira no solía ser tímida ni recatada para decir nada así que me extraño bastante. Entré en la habitación y me senté junto a ella en la cama.
—¿Acerca de que estuviste pensando bebé?— insistí y ella me desarmó observándome con esos ojos profundos capaces de cruzarme el alma de lado a lado.
—Acerca de lo que dijo la señora Madelein, mami…—respondió por fin— Yo