AIDA
Cerré la puerta, pegué mi espalda en ella y me deslicé hasta quedar sentada en el suelo dejando salir el huracán que sentía en mi pecho. Golpee el suelo en dos ocasiones intentando apaciguar lo que sentía.
—Me lo merezco, no debí ser tan débil y dejarme llevar por lo que ese tipo me provocó en el momento. ¿Ahora con qué cara veré a Phoebe? —sollocé luego de soltar esas palabras.
Minutos después me puse de pie y busqué mi teléfono. Se me hacía tarde para ir al hospital, intentaría reprimir lo que pasó para que no afecte mi relación con Phoebe.
Dos días después recibí una llamada de un número no identificado. No tomé la llamada creyendo que serían los del banco. Recordé que mi tarjeta de crédito se había pasado la fecha de pago. Dos horas después hubo varios intentos más, que tampoco logré responder porque teníamos programada una operación en ese momento. Llegué a mi departamento y nuevamente mi teléfono vibró, por lo que no miré mal saber a qué se debía tanta insistencia, en ese