El castillo de Blood Moon se alzaba imponente bajo el tenue resplandor dorado del alba, pero para Mia, la luz del nuevo día no traía consuelo. Las horas de la noche habían sido un tormento: el recuerdo de su enfrentamiento con Aamon, las palabras de Tarvos y, sobre todo, la revelación de su propia transformación, se repetían en su mente como un eco ensordecedor. Su cuerpo estaba exhausto, pero su alma no encontraba paz. Cuando finalmente se obligó a levantarse, un escalofrío recorrió su espina dorsal. Algo o alguien la observaba.Con los ojos aún cerrados, percibió una presencia familiar, una energía que conocía demasiado bien. De repente, abrió los ojos y se incorporó bruscamente y allí, en la penumbra, recortado contra la luz naciente de la ventana, estaba Seth.El hombre que una vez juró amar hasta que la muerte los separara. Y que ahora la miraba con una intensidad que quemaba. —He oído los rumores —Instó Seth, con su voz grave, cargada de una emoción contenida que hacía temblar
Capítulo 96Demonio LoboEl aire en el gran salón se volvió denso como plomo. Mía sintió cómo cada latido de su corazón resonaba en sus oídos. Seth buscando a Aamon. Era una sentencia de muerte. O algo peor. —No puede ser —Murmuró, pero incluso a sus propios oídos, las palabras sonaban huecas. Deimos ya se movía hacia la puerta, con sus garras reluciendo con la primera luz del alba que entraba por los vitrales. —Liam, ¿Qué hombres tenemos disponibles? —Preguntó, con su voz en un rugido contenido. —Un escuadrón de exploradores, tres cazadores de sombras y... —No hay tiempo. —Lo interrumpió Mia, ajustando el cinturón de su ballesta con movimientos precisos. —Voy yo. Deimos se volvió hacia ella, sus ojos dorados brillando con una ferocidad que habría hecho retroceder a cualquier otro. Pero Mia no era cualquier otro. —No irás sola. —Gruñó. —No es una petición, Deimos. —Respondió ella, sosteniendo su mirada. —Si Seth está haciendo lo que creo, necesito ser yo quien lo enfrente. Tú
Mia despertó, gritando a todo pulmón.El grito resonó en toda la habitación, desgarrador y lleno de desesperación. Mia se sentó jadeando, tenía todo su cuerpo empapado en sudor, su respiración era rápida y errática. Todo a su alrededor era confuso: las paredes de piedra del castillo, la tenue luz del amanecer filtrándose por las ventanas, el eco de su propio grito todavía rondando en su mente. Por un instante, no pudo discernir si seguía soñando o si había regresado a la realidad.Deimos irrumpió en la habitación con una rapidez alarmante, sus ojos dorados estaban ardiendo con preocupación. Llevaba las garras expuestas, como si se hubiera preparado para enfrentar una amenaza inminente, pero al ver a Mia en la cama, temblando, su postura cambió de inmediato. Cerró las puertas detrás de él y cruzó la habitación en tres zancadas.—Mia. —Dijo con urgencia, colocándose junto a ella y tomando su mano con firmeza. —¿Qué ocurrió? ¿Estás herida? —Inquirió ansiosoElla lo miró, con sus ojos vio
La tormenta de repente se desató nuevamente y estaba azotando el castillo, y el repiqueteo de la lluvia sobre las ventanas parecía marcar el ritmo acelerado del corazón de Mia. La tensión entre ella y Seth se había vuelto insoportable, como si los muros del gran salón contuvieran una presión a punto de estallar. Mia no podía permitir que Seth cayera en la misma trampa que su padre. Sabía que Aamon era un enemigo astuto, que no solo destruía a sus oponentes con fuerza bruta, sino que los consumía desde dentro, torciendo su voluntad hasta hacerlos irreconocibles. La sombra que había comenzado a envolverse en Seth no era un simple reflejo de su dolor; era una advertencia.Ella lo miró, su figura estaba bañada por la luz temblorosa de las antorchas. Seth parecía tan decidido como peligroso, su postura era rígida, tenía los puños aún cerrados. Pero había algo en sus ojos, no solo ira, no solo desesperación. Había miedo.—Seth, escúchame. —Dijo ella, con una voz que cortó el sonido de la ll
La tormenta seguía rugiendo afuera, pero dentro del gran salón, algo había cambiado. La sombra en los ojos de Seth se disipó, y aunque su rostro aún reflejaba el peso de la verdad que acababa de descubrir, una nueva resolución se aferraba a él. Mia lo vio exhalar profundamente, como si, por primera vez en mucho tiempo, pudiera pensar con claridad.—Hazlo. —Dijo Seth con voz firme. —Llévalos a Velkan, resguárdalos. No podemos permitir que Aamon tome Blood Moon y destruya todo lo que hemos construido.Mia asintió sin perder tiempo. Su mente ya estaba funcionando en automático, calculando las rutas, los soldados que los acompañarían, y los líderes que debían coordinar la evacuación. No había margen de error.Se giró hacia la puerta y se fue directo a reunirse con los comandantes que aguardaban en la entrada del salón.—¡Evacuación inmediata! —Ordenó con la autoridad de quien no podía darse el lujo de dudar. —Todos los habitantes del reino se moverán hacia Velkan. No podemos proteger dos
Los días en Velkan pasaban con una normalidad casi inquietante. El cielo siempre estaba despejado, lleno de nubes pomposas y aves cantando desde el amanecer, la brisa suave acariciaba los campos y el sol doraba las copas de los árboles. Para cualquiera que no hubiera huido de un reino en ruinas, sería difícil imaginar que el peligro aún los acechaba porque Aamon seguía cerca, esperando el momento oportuno para atacar.Pero para Mia, esta paz era frágil, una calma tensa que podía romperse en cualquier instante. Desde su llegada, la organización de los refugiados había avanzado sin complicaciones. Las familias estaban establecidas en los refugios, los soldados patrullaban los límites, y los líderes del reino ayudaban a fortalecer las defensas. Todo estaba bajo control. Pero lo que más la inquietaba no era el enemigo que acechaba afuera. Era el que cargaba consigo. Seth, quien parecía estar colgado de su cuello con una cadena.La luna bañaba Velkan con una luz plateada cuando Mia salió d
El viento nocturno acarició el rostro de Mia, pero no logró aliviar el fuego que ardía en su pecho. Las palabras de Deimos resonaban en su mente como un eco imborrable. "Todavía lo amas." ¿Era cierto? ¿Acaso todo lo que había construido con Deimos en esta nueva vida era solo una ilusión, un refugio temporal mientras Seth seguía ocupando un espacio en su corazón?—No puedes decidir por mí lo que siento —Replicó Mia, apretando los puños—. Seth es... complicado. Pero eso no significa que lo ame. No de la manera en que tú piensas.Deimos se apoyó contra la barandilla de la torre, con su silueta recortada contra el cielo estrellado. Por primera vez, Mía notó el cansancio en sus ojos, la sombra de algo que se parecía demasiado a la resignación.—No se trata de lo que digas, Mia. — Murmuró. —Se trata de lo que haces. Cada vez que él está cerca, te tensas. Cada vez que hablas de él, hay algo en tu voz que no está cuando hablas de cualquier otra cosa. Incluso ahora, estás defendiéndolo en luga
Durante las semanas posteriores a su discusión con Deimos, Mia había observado a Seth, esperando ver alguna mejoría, algún indicio de que su lobo finalmente estaba sanándolo. Pero cada día que pasaba, su estado seguía igual, o incluso peor. La fatiga se reflejaba en sus ojos, las sombras bajo ellos se hacían más profundas, y su piel, aunque estaba cubierta con vendajes, mostraba nuevas heridas cada vez que ella lo veía de cerca.Al principio, había creído que era la falta de energía, el desgaste de todo lo que habían pasado. Pero luego, cuando el patrón se hizo evidente, la verdad golpeó su pecho con una fuerza brutal. Seth no estaba sanando porque no quería sanar.Y cuando Mia descubrió la verdad, sintió que algo dentro de ella se rompía.(***)Fue una noche como cualquier otra cuando la sospecha se transformó en certeza. La luna iluminaba los muros del castillo de Velkan con su resplandor plateado, y Mia, incapaz de dormir, caminaba por los pasillos en busca de respuestas. Algo en e