Mia no respondió, pero la luz que la rodeaba pareció intensificarse por un momento, como si reconociera la lealtad de los que la seguían. Aamon, por su parte, rugió de frustración y lanzó otra ola de sombras hacia ella, más grande y más oscura que cualquier otra antes. Pero esta vez, Mia no esquivó.
Extendiendo sus garras, que ahora brillaban con la misma luz plateada, Mia cortó a través de la ola de sombras como si no fuera más que niebla. La energía de Aamon se dispersó, dejando al demonio vulnerable. Aprovechando la oportunidad, Mia se lanzó hacia él, su cuerpo se movía como una ráfaga de luz y furia que chocó contra el marqués con una fuerza abrumadora. El impacto fue como un rayo cayendo del cielo, haciendo temblar el valle entero. Aamon cayó al suelo y su figura oscura comenzó a desmoronarse mientras Mia permanecía sobre él, su luz quemaba las sombras que intentaban protegerlo.
—No me olvidaré de ti, guerrera. —Gruñó Aamon, su voz ahora era débil pero todavía cargada de malicia.