Alanys entró corriendo al lugar porque escuchó los gritos de Mia y la abrazó con fuerza intentando consolarla, pero esta no correspondió su abrazo, solo se quedó allí paralizada y totalmente estática, como un monumento de concreto. La morena al sentir su estado decidió apartarse y darle espacio.
—Desde hoy las cosas cambiaran aquí. Esto ya no voy a tolerarlo más… Estoy jodidamente harta de que todos quieran controlarme y que tomen decisiones por mí. —Sentenció con sus ojos encendidos en luz blanca pura.
Mientras comenzaba a despedir de su cuerpo una oleada de poder que se expandió rápidamente, fortificando la cúpula que los mantenía aislados del mundo, volviéndola indestructible.
“Detente, no hagas algo de lo que te puedas arrepentir” Ordenó Alhena en su mente, pero la pelirroja la ignoró. “Si nos aíslas del mundo, podrías destruir el reino. Los campos de cosecha, la caza, todo… No puedes hacerle eso a tu pueblo. ¿De qué van a vivir cuando los suministros se acaben?” Insistió la loba