Le enseñe a mi abuelo el apartamento que Octavio me había conseguido.
— ¿Te gusta? — Le pregunté.
— Es muy bonito, ¿pero esto si lo puedes pagar? — Me preguntó.
— ¡Claro que si! es muy poco — Mi abuelo arrugó el entrecejo de inmediato.
— cariño, está ciudad es muy cara, dudo mucho que sea barato — Me dijo él.
— Octavio es amigo del dueño — Le dije.
Mi abuelo se cruzó de brazos.
— ¿y quién es el dueño? — Me preguntó.
— Pues un amigo suyo — Le volví a decir.
— y también te consiguió un trabajo, que generoso de parte de ese hombre — Me dijo.
— existen personas buenas abuelo — Mi abuelo se rió.
— ¿que estás tratando de insinuar? — Le pregunté.
— Lo que tú estás pensando — Me respondió.
Yo tire al suelo la maleta que tenía en las manos con rabia.
— ¡No! Él prometió que me dejaría libre — Tenía tanta rabia.
— Eres libre entre sus muros, y estos muros me parecen muy bonitos — Me dijo mi abuelo y fue a sentarse al sofá.
— Siempre soñé con comprar uno de estos, que comodo es —
Yo rebusque el