Lía sintió que estaba a punto de una crisis de nervios, el avión se sacudió de nuevo, fuertemente, ella se agarró al brazo de Mikkel y perdió el conocimiento.
Cuando abrió los ojos otra vez, estaba acostada en la cama de la habitación privada del jet. Mikkel la tenía en brazos, le daba golpecitos suaves en la mejilla con la palma de su mano.
—Lía, cariño, despierta, ya pasó.
Ella parpadeó, confundida, le dolía un poco la cabeza.
—¿Qué pasó?
—Te desmayaste con la última turbulencia, el piloto dijo que ya estamos fuera de la zona mala, todo está controlado.
Lía se incorporó despacio, miró hacia los lados, confundida.
—Odio volar, te lo juro, odio volar.
Mikkel se rió y le acarició la espalda.
—Tranquila, ya falta poco para aterrizar.
Lía suspiró y se llevó una mano al pecho, aliviada de que las turbulencias hubieran pasado.
Mikkel la miró con esa sonrisa traviesa.
—¿Sabes qué? Ahora estás despierta y yo estoy acalorado —dijo, guiñando un ojo.
Lía soltó una risa.
—¿En serio? Acabo de de