Lía tenía una úlcera en el estómago. Y también padecía de anemia.
Debía inyectarse complejo B una vez por semana y llevar un estricto tratamiento donde estaba rotundamente prohibido saltarse las comidas.
Tuvo que suplicarle a Oliver para que no dijera nada a su familia. Y esto no hizo más que empeorar su fracturada relación, pues a él no le parecía una buena idea que le ocultara algo tan grave a su familia.
—Lo único que harán es quejarse y regañarme —dijo ella—. Y hasta podrían obligarme a vivir con ellos porque creerán que soy incapaz de cuidarme sola.
Oliver la observaba con decepción y a Lía le dolía, porque sabía que estaba sufriendo por ella.
Lía se sentó al lado de Oliver en el mueble azul. Pudo notar que tenía los ojos cristalinos.
—No quiero verte sie