Arthur sí existía.
Era increíble, pero sí existía. Y sí tenía conocimiento de quién era Lía, de hecho, estaba muy interesada en ella. Para su incomodidad, Arthur estaba demasiado interesado en Lía.
Arthur era un hombre de baja estatura, acuerpado, con cabello rizado y piel bronceada.
Cuando Oliver regresó al gimnasio, se encontró con Maura y, al final, con Arthur, pues ellos se entrenaban juntos.
—Así que tú eres el compañero de cuarto de Lía —le dijo el muchacho—. ¿Cómo está? Tengo tiempo que no la veo.
Oliver sintió unos celos terribles. Todos sus adentros se retorcían del malestar.
Tuvo que soportar varios minutos a Arthur hablando de Lía y alabarla.
—Su flequillo, la hace ver tan tierna —comentaba—. Y es bajita, se ve toda pequeñita, cas