Cap. 16 ¡No, Lucius, espera!
Mientras Alba aprovechaba cada apertura de puerta para visitar a su hija y coordinar su plan, tuvo una idea. Usando uno de los celulares extras, lo configuró para grabar en un rincón discreto de su habitación antes de salir.
Como si estuviera siguiendo un guion, apenas Alba se fue, Celeste entró en la habitación vacía. Al no encontrarla, una sonrisa malévola se dibujó en sus labios. Con movimientos rápidos, se sacó un anillo de su propio dedo y lo escondió debajo de unas cajas cerca de la cómoda. Al darse la vuelta para salir, su expresión era de una satisfacción absoluta, segura de que su trampa tendría graves consecuencias.
Y así fue. Poco después, Lucius irrumpió en la habitación de Alba con el rostro desencajado por la furia.
—¡Alba! ¿Cómo te atreves a robarle las cosas a Celeste? No tienes permitido salir de aquí. ¿Cómo es que saliste? —rugió.
Alba, que había regresado y estaba sentada en la cama, levantó una ceja con una curiosidad deliberada.
—¿Ah, sí? ¿He salido? —preguntó con