Miedos
La habitación estaba en silencio, apenas iluminada por la luz tenue que se filtraba desde el pasillo. Freud dormía hecho un ovillo a los pies de la cama, inmune a las vueltas que Claire daba desde hacía más de una hora. Nate lo sabía porque la había sentido moverse varias veces, cambiar de postura, suspirar quedo y luego intentar no hacer ruido. Pero él no dormía tampoco.
La inquietud llevaba días rondando su cabeza como un mosquito persistente. La barriguita de Claire ya no podía ocultarse ni bajo sus camisas más amplias y cada vez que se duchaba o se cambiaba frente a él, no podía evitar mirarla y sentir ese amor extraño y creciente por alguien que aún no había nacido. Pero también le golpeaba la conciencia: no habían hecho nada. No había una cuna, ni pañales, ni nombres. Nada.
Y Claire... no hablab