El Decálogo De Nate
El sol de media tarde se filtraba a través de las persianas de madera en el estudio de Nate, proyectando líneas doradas sobre la superficie ordenada del escritorio. El apartamento, ya no tan nuevo, respiraba vida familiar: en la sala de juegos al fondo se escuchaban las risas y carreras de sus hijos, los pequeños pies de Noah golpeando el suelo con torpeza mientras su hermano mayor le indicaba con seriedad de general cómo debía organizar los bloques. La más pequeña, Sophie, aún en pañales, balbuceaba desde su silla acolchada en la sala, feliz simplemente de ver a los otros moverse.
Nate, sentado en su sillón de respaldo alto, hojeaba papeles con la intención de organizar un viejo archivo digitalizado. Había abierto uno de los cajones menos usados del escritorio para buscar un cable extraviado cuando sus dedos toparon con una hoja doblada varia